Faraón de Egipto (c. 1308- c. 1306 a.J.C.). Tras destacar como militar, sucedió a Horemheb, fundando la XIX dinastía. Dada su avanzada edad cuando fue coronado, asoció al trono a su hijo, el futuro Seti I
(Llamado el Grande; ?-?, 1237 a. C.) Tercer faraón egipcio de la XIX dinastía (1304-1237 a. C.). Hijo de Sethi I, desde muy joven fue asociado al poder por su padre, a quien acompañó en sus empresas militares contra el Imperio Hitita, que dieron a los egipcios el dominio de Palestina y Siria, aunque esta última por poco tiempo. En 1300 a.C., Ramsés II aprovechó su sólida posición en Palestina para intentar recuperar Siria y libró la famosa batalla de Qadesh, junto al río Orontes, contra el hitita Muwatalli; a pesar de que tuvo un desenlace incierto, la acción fue convertida por el propio faraón en una gran victoria personal en la narración épica Poema de Qadesh, obra que supone la más madura expresión de la narrativa histórica y epigráfica del Imperio Nuevo.
Después de tres campañas para sofocar diversas revueltas en Palestina (1299, 1298, 1297 y 1295 a. C.), en 1294 a. C. reemprendió la guerra contra los hititas, penetró en Siria y se apoderó de las importantes ciudades de Tunip y Qatna. Sin embargo, la dificultad de consolidar estas conquistas y, sobre todo, la amenaza que representaba la llegada de los llamados «pueblos del mar» –segunda migración indoeuropea– llevaron a Ramsés a pactar con el rey hitita Hattusil III el reparto de la región siriopalestina (1278 a. C.), con lo que comenzó en Asia Anterior un período de paz que se mantuvo a lo largo de todo su reinado. En el oeste, por otra parte, tuvo que enfrentarse a los libios y proteger la frontera occidental mediante una cadena de fortalezas que se extendía desde Rhacotis hasta El-Alamein.
En política interior, Ramsés II trasladó hacia el norte la capital del Imperio, de Tebas primero a Menfis luego, y por último a Tanis, ciudad del delta del Nilo de la que procedía la XIX dinastía. Por más que Tebas conservó un gran prestigio como centro religioso, el cambio de capital supuso la pérdida de influencia política de la antigua clase cortesana tebana, de forma que el ejército y los funcionarios se convirtieron en el principal apoyo del faraón.
Durante el larguísimo reinado de Ramsés II, Egipto conoció su último y más brillante esplendor, gracias a una etapa de prosperidad económica, que favoreció el desarrollo de las letras y permitió la realización de importantes obras arquitectónicas. Así, en Luxor, el faraón amplió el templo de Amón, iniciado por Amenofis III, añadiendo un nuevo patio porticado con magníficas columnas de capiteles en forma de loto, los enormes pilonos que flanquean la entrada a modo de torres trapezoidales y dos obeliscos de granito rosa, uno de los cuales se encuentra hoy en la plaza de la Concordia de París, mientras que, en el complejo de Al-Karnak, terminó la gran sala hipóstila del templo de Amón.
En la región de Nubia, concretamente en Abu Simbel, se encuentran los speos o templos rupestres de Ramsés II y de Nerfertari, su esposa, cuyas fachadas, presiden colosales estatuas del rey y de la reina. Cabe destacar, por último, el Ramesseum, ubicado en el Valle de los Reyes, templo funerario destinado a alojar la momia de Ramsés II, que en la actualidad se conserva en el Museo de El Cairo y fue objeto, en 1976, de una restauración completa en el Museo del Hombre de París