Escritor español en lengua catalana. Estudió en Barcelona, Madrid y Munich, donde fue discípulo de K. Vossler. Fue director y profesor de la sección de griego de la fundación Bernat Metge. Colaboró con Pompeu Fabra en la oficina lexicográfica del Institut d´Estudis Catalans, de la que, con posterioridad, fue miembro honorario y presidente (1950). Vivió exiliado en Francia (1939-1943).
Tras su retorno a España, se reincorporó a las tareas de la fundación Bernat Metge y del Institut d´Estudis Catalans. Dejó dos memorables versiones de la Odisea (1922 y 1948) y tradujo a Virgilio, Esquilo, Sófocles, Plutarco y Jenofonte. De su obra crítica, cabe mencionar Los márgenes (1927) y Para comprender (1937).
En su obra poética pueden distinguirse dos etapas: la primera constituye una de las mejores expresiones del simbolismo (Primer libro de estancias, 1919; Segundo libro de estancias, 1933; Tres suites, 1937) y la segunda está marcada por su experiencia del exilio (Elegías de Bierville, 1942; Salvaje corazón, 1952; Esbozo de tres oratorios, 1957). Es también autor de tres libros de narraciones (Las aventuras de Perot Marrasquí, 1917; El ingenuo amor, 1924; Seis Juanes, 1928)
(Solsona, España, 1565-Valencia, 1628) Pintor español. Pasó su niñez y su juventud en Barcelona, donde su padre trabajaba como sastre, y su hermano mayor, como sombrerero. No consta que comenzara los estudios artísticos en esta época, sino a raíz de su traslado a Madrid, en 1581, cuando a la muerte de sus padres vendió algunas posesiones y dispuso de cierto capital.
En Madrid, se movió en el círculo de El Escorial, el principal foco de la actividad artística de aquellos años. Se sabe que copió obras escurialenses y que se relacionó con pintores que trabajaban en el monasterio, sobre todo con Navarrete. Antes de que se cumpliera su primer año de estancia en Madrid, ya había pintado su primera obra, Preparativos de la crucifixión (1582), de clara impronta veneciana.
También por esos años contrajo matrimonio y nacieron sus hijos, dos niñas y un varón, Juan, que así mismo fue pintor. En Madrid, conoció a Lope de Vega, con quien mantuvo una estrecha amistad hasta el fin de sus días. Seguramente a través de Lope de Vega, de quien pintó un retrato, se enteró de que el arzobispo Ribera buscaba artistas para varios encargos, y ello le indujo a desplazarse en febrero de 1599 a Valencia, de donde ya no se movió hasta su muerte en 1628.
Ribalta revolucionó la pintura local de la época, de carácter un tanto dulzón, con sus figuras poderosas y fuertemente caracterizadas, y fue la personalidad más destacada de la escuela barroca valenciana. Sus primeros encargos en Valencia fueron retratos y obras religiosas, como el retablo de Santiago de Algemesí y la Santa Cena (1606), que lo consagró como pintor de prestigio.
En su producción posterior se advierte, en las obras de 1610-1612, una clara influencia de Sebastiano del Piombo, y desde 1615 aproximadamente, detalles derivados de Caravaggio. En este último período simplificó sus composiciones y acentuó un naturalismo que ya le era propio desde los inicios. San Francisco confortado por un ángel (h. 1616) y el conjunto de obras que realizó para la cartuja de Porta Coeli se cuentan entre lo mejor de la etapa final de su vida