Pintor alemán. Entre 1952 y 1956 estudia en la Academia de Arte de Dresde, donde recibe una enseñanza rigurosa basada en el realimo social, en la tradición de la pintura de trompe-l´oeil, donde todas las otras tendencias modernas están proscritas. Pronto se da cuenta de que tiene que abandonar este ambiente, y entre 1961 y 1963 estudia en la Academia de Düsseldorf, donde la tendencia vigente es la abstracción tachista.
Hasta 1962 su obra es fundamentalmente figurativa, influida por Giacometti, Bacon y Dubuffet
Durante los primeros sesenta ve en la obra de Lichtenstein las posibilidades que ofrece el uso de métodos poco convencionales para crear cuadros; esta influencia, unida al ambiente iconoclasta del movimiento Fluxus, le llevan a crear numerosas foto-pinturas, todas ellas más fotográficas que las transposiciones de Rauschenberg y mucho más pictóricas que las apropiaciones que Warhol hace de la iconografía de los medios de comunicación.
A partir de este momento, al igual que Polke, comienza a interesarse por temas sacados de los medios de comunicación de masas y produce algunos cuadros basados en fotografías de periódicos o fotos de aficionados, en donde los dos géneros realistas de pintura y fotografía se enfrentan. Desde entonces ha pintado muchos cuadros en los que explora la percepción por parte del espectador de objetos familiares, interceptada por las técnicas de la pintura (Imágenes de Ciudad, 1968-1969; Nubes, 1968-1970-1971-1976; Montañas, 1968-1969).
La temática preferida por Richter es de carácter sentimental, y en sus trabajos más recientes representa paisajes bucólicos de centroeuropa, inmersos en una atmósfera romántica, como vistos a través de un objetivo en el que confluyen distintas visiones de una misma realidad: el resultado es una combinación entre la objetividad fotográfica y la delicadeza poética de la pintura
A finales de los años sesenta su trabajo se hace puramente abstracto; trabaja una serie de cuadros monocromos, llamados Cuadros grises, inspirados por la guerra del Vietnam. A partir de los años ochenta se concentra en abstracciones de carácter expresionista, en las que hace un uso vigoroso del color, y reserva la figuración para una serie complementaria, pero separada, de fotopinturas. En los cuadros abstractos utiliza un enorme repertorio de efectos pictóricos, en los que condensa esquemáticamente la historia de la pintura moderna alemana. Desde 1968 fue profesor en la Academia de Arte de Düsseldorf.
(Györ, 1843 - Bayreuth, 1916) Director de orquesta de origen austrohúngaro. Hans Richter nació en una familia de músicos profesionales: su padre era maestro de capilla en la catedral de Raab (hoy Györ) y su madre, Josephine Csazinsky, una cantante de reconocido prestigio. Así, desde sus primeros años hizo compatible la educación general con la práctica y la formación musical, primero como miembro del coro de la Hofkapelle de Viena y, más tarde, asistiendo a las clases de violín y de trompa que se impartían en el Conservatorio de Viena, donde luego tomaría lecciones de teoría musical de Simon Sechter.
Siguiendo la trayectoria más habitual en la carrera de la mayoría de los directores orquestales, sus primeros pasos en la música profesional los dio como instrumentista, ocupando uno de los pupitres de trompa en la orquesta del Kärntnertor Theater. Fue el director de esta pequeña orquesta quien recomendó al joven a quien ya entonces era para muchos y, desde luego, para sí mismo, la mayor figura musical de la época: Richard Wagner.
Bajo el magisterio de este compositor pasó Richter el año 1866-67 y con él seguiría colaborando a lo largo de épocas posteriores, en ocasiones sirviendo de asistente al gran maestro en la elaboración y anotación de sus óperas. Tras esta experiencia, Hans G. von Bülow, otro de los músicos más destacados de su época y miembro además del círculo de Richard Wagner, supervisó las primeras actuaciones de Richter como director del coro del Teatro de la Ópera de Munich.
En la década de los años setenta tuvieron lugar los primeros acontecimientos verdaderamente representativos en la carrera de Richter, quien mantenía aún la colaboración con Wagner hasta el punto de que iba a ser él quien, en el año 1876, dirigiría la primera representación del Anillo del Nibelungo en la ciudad de Bayreuth. El director había consolidado ya su posición de maestro y, aunque se mostraba todavía permeable a las enseñanzas del compositor, dejaba ver algo más su independencia con respecto a la posesiva influencia de aquél.
La carrera de Richter proseguía en esta época, primero como director de la orquesta del Teatro Nacional de la ciudad de Pest, puesto que ocupó entre los años 1871 y 1875 y, a partir de este momento, como director de la Hofoper y de la Orquesta Filarmónica de Viena, un cargo que hizo compatible con la atención a las invitaciones de otras orquestas, entre ellas la que acompañaba las óperas que se representaban en el entonces recién instituido festival de Bayreuth.
A pesar de la distancia que existía entre los dos extremos de Europa, que, como es lógico, resultaba mucho más costosa de recorrer a finales del siglo XIX que hoy en día, tanto para las personas como para las noticias, el lejano círculo musical británico se mostró receptivo hacia las manifestaciones musicales que tenían lugar al otro lado del continente europeo, así como también a los comentarios que poco a poco iban llegando acerca de las interpretaciones dirigidas por Richter en Viena y Alemania.
Por otra parte, la asociación del director con Richard Wagner no podía sino engrandecer su imagen desde las perspectivas de la crítica y de los auditorios del otro lado del Canal de la Mancha. Respondiendo a las invitaciones que varios festivales y salas de conciertos le dirigían, primero gracias a su asociación con el ya sobradamente reconocido Richard Wagner y, más adelante, como respuesta a su propio prestigio, aproximadamente a partir de 1875 el director alemán comenzó a acudir periódicamente a Inglaterra.
En un primer momento, el papel de Hans Richter ante el público inglés fue el de introductor de las obras del compositor de Tannhäuser, cuyos méritos habían llegado ya a los oídos de la crítica y el público británico. Sin embargo, enseguida se convirtió en un director sobradamente apreciado por la calidad de sus interpretaciones, lo que hizo aumentar el número de sus apariciones en los auditorios ingleses hasta el punto de llegar a contar con un festival de conciertos prácticamente propio, compuesto de sesiones que se celebraban todos los meses de mayo en Londres, una pequeña “temporada musical” conocida por todos como los Richter Concerts
Además de sus interpretaciones orquestales, Hans Richter dirigió diversas óperas alemanas en teatros como el de Covent Garden, entre ellas una producción de la tetralogía de óperas El anillo del nibelungo (Der Ring des Nibelungen) representada por primera vez en lengua inglesa, en una traducción adaptada del libreto original en alemán. El director afirmaba así su posición de nexo entre las tradiciones continentales del sinfonismo y la ópera seria de tradición germánica y el gusto musical anglosajón, siempre independiente y, en los años finales del siglo XIX, anclado en un conformismo estético típicamente victoriano.
Las influencias musicales de tradición alemana de las que Richter se convirtió en uno de los principales propagadores en las islas británicas contribuyeron a permitir el surgimiento y desarrollo de personalidades musicales auténticamente innovadoras o, al menos, capaces de resucitar el rico pasado musical británico para, por otra parte, intentar recrear la tradición operística de las islas a partir de los caminos que proponían compositores alemanes como Wagner o Strauss.
Hans Richter presentaba sus interpretaciones a estos músicos británicos especialmente receptivos a la tradición musical germana, como Ethel Smyth, Charles Villiers Stanford, Edward Elgar o Rutland Boughton, haciendo valer una perspectiva que, en el caso del director alemán, resultaba ser la más próxima con respecto de las intenciones originales de compositores como Wagner que cabía encontrar en su época. En todo caso, el ámbito de desarrollo natural para un director musical con los antecedentes de Hans Richter no podía ser otro que Bayreuth y, de hecho, su retirada de la actividad musical profesional tendría lugar al dirigir por última vez en su carrera la puesta en escena de la ópera de Wagner Los maestros cantores (Die Meistersingern) en este festival alemán