Poeta y novelista chileno. Su trayectoria personal, que le llevó a realizar los más diversos oficios desde muy joven, le inspiró una obra repleta de referencias a las condiciones de vida de los más humildes. Dotado de un especial talento para el relato, desarrolló un estilo vivaz y ameno, y prestó especial atención a los elementos naturales. Se inició en el realismo social, pero pronto desvió su obra hacia un intimismo personal que lo alejó de las circunstancias tanto sociales como políticas de su entorno
Manuel Rojas
De padres chilenos, nació en la ciudad de Buenos Aires. Su infancia se vio alterada por constantes traslados desde la capital argentina a Chile, hasta que cruzó la frontera definitivamente con dieciséis años y ejerció las más diversas actividades laborales, habiéndose formado de modo autodidacta, ya que la temprana muerte de su padre le obligó empezar a trabajar con sólo once años.
Manuel Rojas ejerció de pintor, electricista, vendimiador, peón del ferrocarril, aprendiz de sastre y actor en compañías teatrales con las que recorrió gran parte del país. Con todo llegó a ser articulista en Los Tiempos y Las últimas noticias. Viajó, tras enviudar, por Europa, Sudamérica y Oriente Medio, llegó a ser profesor en la Universidad de Chile y recibió el Premio Nacional de Literatura en 1957.
Dedicó, no obstante todas sus ocupaciones, una gran parte de su vida a la creación literaria, con más de treinta publicaciones entre 1921 y 1971. La riqueza de su personal estilo dio obras de una brillante calidad poética y narrativa. Su expresión intimista, a partir de vivencias personales le permitió adentrarse en el mundo de los sentidos y de la psicología de sus personajes, logrando que parte del pueblo chileno se identificara claramente con los protagonistas y los ambientes de sus relatos.
Con el cuento El vaso de leche inauguró el surrealismo chileno; ello ilustra hasta qué punto Rojas fue creativamente innovador en la narrativa de su generación, en la que sobresalió a partir de Hijo de ladrón (1951), novela autobiográfica que le supuso el lanzamiento definitivo a la fama y al reconocimiento literario, tanto por parte de la crítica como del público en general. Se ha destacado la eficacia de su lenguaje sencillo, claro, motivador, apasionado pero también frío, y la densidad de sus ambientes oscuros de los arrabales, focos de pobreza donde se entrecruzan el alcohol y el sexo, los prejuicios y la solidaridad. Abundan en sus novelas los desheredados de la fortuna, los pequeños delincuentes y demás habitantes de los barrios pobres y marginales, retratados sin truculencia ni compasión.
Su actividad como novelista se inicia con la obra Lanchas en la bahía (1932), centrada en la vida de un joven despedido de su trabajo y en las relaciones que sostiene con un amigo y una prostituta. A esta ópera prima le siguieron cuatro novelas protagonizadas por una suerte de heterónimo del autor, Aniceto Hevia: Hijo de ladrón (considerada su trabajo más típico y logrado, 1951), Mejor que el vino (1958), Sombras contra el muro (1964) y La oscura vida radiante (1971). Otras novelas del autor son La ciudad de los Césares (1936) y Punta de rieles (1960). Publicó también recopilaciones de cuentos, como Hombres del Sur (1926), El delincuente (1929) y El bonete maulino (1943), e incursionó en la lírica con volúmenes como Poéticas (1921) y Tonada del transeúnte (1927)
(Guillermo Orlando Rojas Feliz; La Habana, 1950) Director y guionista de cine cubano. Se licenció en lengua y literatura francesa por la Universidad de La Habana y ejerció como crítico cinematográfico en la revista Arte 7.
A los 23 años se inició como profesional en el mundo del cine como ayudante de montaje de películas de Jorge Sanjinés (El enemigo principal, 1973) y Sergio Giral (Querer y poder, 1973), entre otros. Ya como ayudante de dirección, participó en Cantata de Chile (1975), de Humberto Solás, y Los sobrevivientes (1978), de Tomás Gutiérrez Alea
Debutó como director con diversos cortometrajes (Día tras día, 1977; Una y otra vez, 1982) y dio su salto al largometraje con A veces miro mi vida (1981), un documental que fue muy bien recibido por el público y que obtuvo diversos premios nacionales e internacionales. En el campo de la ficción rodó, entre otras, Papeles secundarios (1989), que fue la primera película que Cuba presentó a la nominación de los Oscar de Hollywood a la Mejor Película Extranjera