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Biografía de Julio Romero de Torres

Córdoba, 1880 - 1930

Pintor español. Era hijo del pintor y maestro andaluz Rafael Romero Barros, director del Museo de Bellas Artes de Córdoba, quien le inició en el sendero de la pintura desde muy temprana edad. Así, ya en 1907 pudo concurrir el joven Julio Romero de Torres a la exposición de pintores independientes celebrada en el Círculo de Bellas Artes (Madrid).

El realismo melodramático de sus primeras composiciones (como Conciencia tranquila o Vividoras del amor) no parecía preludiar el estilo personal, tan marcado y característico, que luego sacó a relucir en su obra de madurez. En efecto, a raíz del lienzo titulado Musa gitana -que obtuvo el Primer Premio en una Exposición Nacional celebrada en Madrid-, el pintor cordobés adoptó una línea nacionalista y folclórica, atenta a los tópicos meridionales y centrada, principalmente, en el retrato de la mujer andaluza. Se trata de un estilo en el que predomina la mezcla del retrato realista con un cierto aire idealista que sitúa a sus figuras en un vago halo intemporal, como si pretendiera hacer de las características físicas de la mujer andaluza un arquetipo universal de la belleza femenina.

Aupado por los cánones modernistas vigentes en su tiempo, logró éxitos -no exentos de una virulenta controversia crítica que siempre acompañó al enjuiciamiento artístico de su pintura- en varias exposiciones nacionales e internacionales, como las realizadas en Barcelona (1911), en Madrid (1912) y en Munich (1913). Pero lo cierto es que en su tiempo fue aclamado por pintores, escritores y contempladores de su obra, quienes celebraban la exaltación de los tópicos nacionalistas difundidos por la obra de Romero de Torres; para probarlo, baste con recordar que las monografías de su pintura y los catálogos de sus exposiciones venían autorizados por comentarios elogiosos de autores como Jacinto Benavente, Ramón María del Valle Inclán, Gregorio Martínez Sierra o Santiago Rusiñol

Abanderado de un romanticismo ciertamente trasnochado en la actualidad, pero muy del gusto de la gente de su tiempo, Julio Romero de Torres resolvió en cada uno de sus cuadros un problema planteado en forma de copla andaluza, lance de toreo o episodio de romancero gitano. Hizo, además, especial hincapié en los sentimientos trágicos y legendarios propios de la religiosidad y la cultura de sus paisanos, lo que explica la inmensa popularidad de que gozó tanto en vida como muchos años después de haber desaparecido.

Los hogares más populares de la España rural exhibieron durante mucho tiempo reproducciones de las principales obras de Romero de Torres, casi siempre decorando las extensas páginas de unos enormes almanaques. Su recuerdo quedó vivo, además, en coplas y tonadillas folclóricas, y se hizo presente durante algún tiempo en las ilustraciones de sellos y papel moneda. En la actualidad, una buen parte de su obra -bastante desprestigiada por la crítica moderna- puede contemplarse en la Casa Museo que la ciudad de Córdoba ha dedicado a uno de sus artistas más universales.

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(Valencia, Carabobo, 1864 - Arataca, 1917) Político, periodista y novelista venezolano. Manuel Vicente Romero se incorporó a la lucha armada contra el gobierno de Antonio Guzmán Blanco. Tuvo una destacada actividad política y militar bajo las órdenes del General Cipriano Castro, hasta llegar a ser Jefe de Estado Mayor en la Campaña de los Andes en 1892. Desde 1900 hasta 1901 estuvo preso en el castillo de Puerto Cabello por sus actividades políticas. Posteriormente, rompió con Cipriano Castro y se exilió en Estados Unidos, Perú y Trinidad, donde trabajó en modestos oficios. Finalmente, fijó su residencia en Colombia hasta su muerte.

Manuel Vicente Romero desarrolló una importante actividad periodística: fue redactor del periódico El Eco Andino, y escribió La Delpinada contra Guzmán Blanco, colaboró en El Cojo Ilustrado (1892-1896) y Cosmópolis (1894-1895), especialmente con artículos en que comentaba acontecimientos de actualidad; colaboró bajo el pseudónimo de Ruperto A. Portillo en El Industrial de Barcelona (Estado Anzoátegui), y trabajó como redactor y director de La Mamola (Caracas, 1889).

Su novela Poenia, de 1890, originó interesantes polémicas sobre la literatura venezolana. Algunos la consideraron como la primera novela "nacional", por los ambientes recreados, los personajes, el habla popular y las descripciones de realismo criollista, tendencia que se conocería como "criollismo". Esta novela es una especie de réplica de María, de Jorge Isaacs, donde escenas parecidas están tratadas de manera diferente, donde se narra la historia de un idilio amoroso -entre una doncella campesina y su primo, un joven ingeniero- que queda interrumpido por el destierro y la muerte.

El autor coincidió con los costumbristas en la intención moralizadora, la crítica de prejuicios sociales y de procedimientos políticos y administrativos, y el reflejo de experiencias y afectos personales. Romero mostró los defectos político-sociales de la vida rural venezolana con una desesperada visión naturalista, y dio una imagen de fatalidad al evocar los desenlaces de amores desdichados. Otras novelas esbozadas y no concluidas fueron Marcelo; Escenas de la vida revolucionaria; Mi parroquia y Los pigmeos. Sus Obras completas fueron publicadas póstumamente en 1966 y sus Notas personales, en 1977

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