Pintor francés. Por sus humildes orígenes no pudo recibir una formación artística y no se dedicó a la pintura hasta 1893 por lo que se le considera autodidacto. Su peculiar pintura figurativa, que combina la ingenuidad formal con la sofisticación temática y compositiva, constituye un caso único en el marco de las experiencias innovadoras de su época. Después de unas primeras obras (paisajes y naturalezas muertas) en las que describe minuciosamente la realidad eliminando por completo la perspectiva, Rousseau pasó a colocar sus figuras en un espacio bidimensional de ambiente mítico, como es el caso en La cabalgata de la desolación. Sin embargo, sus obras más interesantes son aquellas que representan un mundo exótico, lleno de visiones oníricas, a menudo ambientadas en la jungla. En esta línea se inscribe sobre todo la famosa Encantadora de serpientes, obra de 1907. Su obra ejerció destacada influencia en la pintura naïf
(París, 1671-Bruselas, 1741) Poeta francés. Sus Odas sacras (1702) y sus Cantatas (1703) le valieron una enorme reputación y ejercieron una gran influencia en la poesía francesa hasta el advenimiento de los románticos. Es autor también de comedias (El café, 1694; El adulador, 1696; El caprichoso, 1700) y de dos libretos de ópera (Jasón, 1696; Venus y Adonis, 1697). Se le atribuyen unos Epigramas, que le valieron el destierro a perpetuidad (1712)