Político liberal español . Era ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, y profesor de su escuela en Madrid. Militó desde joven en el Partido Progresista, con el que participó en la Revolución de 1854. Por entonces instaló en Zamora su principal «feudo» político, al ser nombrado presidente de la junta revolucionaria de aquella ciudad; luego la representó como diputado en las Cortes desde 1854. Tras la breve experiencia de poder progresista del bienio 1854-56, volvió a la oposición como diputado y periodista de La Iberia; y en 1863 accedió a la dirección de este diario madrileño, que desde entonces se consideraría portavoz de las posturas políticas de Sagasta.
Ante la marginación de los progresistas del gobierno por parte de Isabel II, Sagasta promovió la estrategia del retraimiento (negativa a participar en las elecciones) y la preparación de una revolución para acceder al poder. Participó en dos intentonas fracasadas en 1866 (la de Prim y la del Cuartel de San Gil) y en la que finalmente tuvo éxito y destronó a la reina en 1868.
Se transformó entonces de agitador en estadista, pues durante el Sexenio Revolucionario (1868-74) fue ministro de Gobernación (1868-70, 1871 y 1874) y de Estado (1870 y 1874) y presidió tres veces el gobierno (1870-71, 1871-72 y 1874). Fue uno de los grandes defensores del modelo de Monarquía democrática que se plasmó en la Constitución de 1869.
Encabezó una de las dos ramas en las que se escindió el Partido Progresista, quedando al frente de los constitucionales, mientras Ruiz Zorilla dirigía a los radicales. Fue el último jefe de gobierno del Sexenio, desalojado del poder por el pronunciamiento de Martínez Campos que restauró a los Borbones en la persona de Alfonso XII (1874)
Al constituir el régimen de monarquía doctrinaria que se plasmó en la Constitución de 1876, Cánovas del Castillo vio en Sagasta la figura más adecuada para conseguir la unidad de las dispersas fuerzas liberales y turnarse con él en el poder. Ciertamente, en 1875 Sagasta admitió -aunque de mala gana- la restauración de la dinastía histórica; aunque siguió defendiendo hasta 1877 la vuelta a la Constitución del 69.
Luego asumió el marco político establecido y trabajó durante el resto de su vida por reformarlo en un sentido más democrático y progresista. A partir de su Partido Constitucionalista fue logrando la unidad de los demás líderes liberales y progresistas no republicanos, que se unieron en el Partido Liberal Fusionista (1880) y luego en el definitivo Partido Liberal (1885), siempre con Sagasta como jefe de filas.
Desde entonces se turnó en el poder con los conservadores de Cánovas, presidiendo el Consejo de Ministros en 1881-83, 1885-90 (al inicio de la Regencia de María Cristina, el gobierno más largo de la Restauración), 1892-95, 1897-99 y 1901-02 (ya con Alfonso XIII como rey). Sagasta moderó mucho sus inclinaciones revolucionarias de la juventud, admitiendo no sólo la Constitución conservadora de Cánovas, sino también la manipulación sistemática de las elecciones para turnarse artificialmente en el Gobierno sin considerar la voluntad del electorado (contenido del supuesto Pacto del Pardo con Cánovas, en 1885).
Pero, al mismo tiempo, introdujo en el régimen innovaciones que le dieron credibilidad y flexibilidad suficientes para sobrevivir hasta 1923: repuso a los catedráticos expulsados de la universidad por sus ideas políticas (1881), amplió la libertad de imprenta (1883), estableció la libertad de asociación que permitió el desarrollo del sindicalismo obrero (1887), reguló el juicio por jurados (1888) y restableció definitivamente el sufragio universal (1890).
Enfrentado frecuentemente con los militares reaccionarios y con los intereses inmovilistas de los plantadores cubanos, no consiguió implantar en las últimas colonias españolas (Cuba, Puerto Rico y Filipinas) un régimen de autonomía que evitara la insurrección contra la metrópoli.
Cuando ya era demasiado tarde y la rebelión colonial había estallado, fue llamado de nuevo al gobierno y sufrió el peor de sus tropiezos políticos: al complicarse la situación con la intervención militar de los Estados Unidos en contra de España, Sagasta aceptó ir a una guerra imposible de ganar para evitar que una actitud entreguista pudiera desacreditar al régimen y provocar una nueva revolución. Tuvo que asumir la derrota y la pérdida de las colonias por el Tratado de París (1898), así como las repercusiones morales, políticas y económicas que la crisis provocó en la metrópoli
(Mataró, 1876 - Polop de la Marina, 1949) Cantante de zarzuela español. Fue la figura más importante del género lírico español en el primer tercio del siglo XX, y contribuyó al enriquecimiento de dicho género no sólo como intérprete, sino también como empresario y entusiasta difusor, además de ser cabeza visible de una saga familiar dedicada al canto. Estuvo considerado el mejor vocalista de zarzuela en su cuerda de barítono, gracias a unas excepcionales cualidades: volumen, timbre hermoso, técnica perfecta, virtuosismo (fueron famosos sus largos calderones) y sentido teatral.
Comenzó a cantar cuando era muy niño, durante las funciones religiosas de su colegio, para más tarde emprender estudios de música y canto en el Conservatorio municipal de Barcelona. Con diecinueve años decidió trasladarse a Argentina, donde debutó con La Dolores de Bretón como integrante de una pequeña compañía, al mismo tiempo que cantaba misas en la catedral buonarense
En 1901 inició en Montevideo una serie de exitosas actuaciones por Sudamérica que le valieron para darse a conocer en aquellos países y entre los empresarios españoles. Entre las obras interpretadas en esta época destacaron Marina -que después cantó en versión catalana en el Teatro Tívoli-, La tempestad y El anillo de hierro. En 1904 actuó junto a la joven soprano Luisa Vela, con la que más tarde contrajo matrimonio; ambos cónyuges cantaron juntos en innumerables ocasiones y formaron su propia compañía lírica.
Sagi Barba realizó algunas incursiones en la ópera, como el estreno en castellano de Cavalleria rusticana, en el Teatro Victoria de Buenos Aires, y el de La bohème, en el Teatro Odeón de la misma ciudad. Contribuyó con su mujer a difundir por España y América el género de la opereta, con las obras más significativas: La viuda alegre, La princesa del dólar y El conde de Luxemburgo.
En 1910 estrenó Molinos de viento, de Millán y Luna, y el 5 de febrero de 1914 logró en el Teatro-Circo Price de Madrid uno de sus mayores triunfos con el estreno de Las golondrinas, de Usandizaga, en cuyo reparto también participaron Luisa Vela, Eva López y Francisco Meana. En noviembre de ese mismo año participó en el estreno de La vida breve, de Falla, con la dirección del maestro Luna; de este autor también estrenó en 1918 Los calabreses en el Teatro Apolo, con Charo Leonís.
En la década de 1920 continuó acrecentando su prestigio con inolvidables títulos del género lírico español, tanto del repertorio grande como del chico: La dogaresa, La del soto del parral, El pájaro azul, La verbena de la Paloma, El barberillo de Lavapiés. En marzo de 1930, en la etapa final de su carrera como cantante, estrenó en el Teatro Calderón La rosa del azafrán, de Guerrero, y consiguió su triunfo más clamoroso en 1932 con el de Luisa Fernanda, de Moreno Torroba, obra con la que frecuentemente se le identifica y que supone su retirada de la escena.
Por esos años dirigió las orquestas en las presentaciones de sus hijos Enrique y Luis, cantó en alguna función benéfica y, más tarde, se dedicó a componer en su finca alicantina de Polop. Una partitura de su autoría, Las palomas, llegó a estrenarse en 1946 en el Teatro Victoria de Barcelona