Dramaturgo uruguayo, uno de los fundadores del teatro rioplatense y autor de relevancia en la escena latinoamericana. Comenzó su labor en su país natal, sin embargo escribió en Argentina la mayor parte de sus obras, estrenadas sobre todo por la compañía de los hermanos Podestá. Consiguió llevar a escena una veintena de piezas en un período de apenas seis años, desde 1903, en que estrenó Mhijo el dotor, hasta 1909, con la última de ellas, Un buen negocio.
Fue un dinámico participante del acontecer de su tiempo. En 1897, sublevado el partido blanco, al cual pertenecía, participó en dos batallas contra el gobierno de su país. En 1900 publicó en el diario El Sol de Buenos Aires sus "cartas de un flojo", donde analizó los desastres que el caudillismo acarreaba a su país. Se nutrió espiritualmente de los autores anarquistas, y basó en estas ideas los artículos que le trajeron innumerables problemas con los propietarios de los periódicos para los que escribió en sus comienzos.
La incipiente tradición escénica local y las corrientes teatrales europeas le proporcionaron los fundamentos de su fuerte realismo escénico, congruente con su postura ideológica y su temperamento. Todas sus piezas constituyen cuadros costumbristas llenos de colorido, reveladores de la penetrante capacidad de observación del autor. Se propuso trasladar a la escena un panorama de la realidad rioplatenese en el que se visualizara la problemática social y sus derivaciones éticas.
El resultado de sus planteos fue amplio y matizado y abarca desde el submundo del hampa La tigra y Moneda falsa (1907) hasta las clases altas -Nuestros hijos y Los derechos de la salud (1907)-; desde la realidad rural El desalojo (1906) hasta la urbana, en algunas de sus mejores piezas como En familia y Los muertos (1905). En el teatro de Sánchez hay una intuición de la sicología del ambiente, del lenguaje y el ritmo teatrales.
Sus sainetes trajeron elementos nuevos: disminuyeron el elemento folclórico y acentuaron la humanidad de los personajes humildes en lucha por la vida. Una de las obras que marcaron el inicio de su éxito en Argentina fue Canillita (1903), cuyo protagonista era un joven vendedor de periódicos; al popularizarse la obra, pasó a llamarse con este apodo a los jóvenes que desempeñaban ese trabajo.
El 26 de abril de 1905 se estrenó en el teatro Apolo de Buenos Aires Barranca abajo, considerado su texto más perfecto. La estructura de la pieza es impecable; la progresión dramática, sabiamente graduada, crece inexorablemente hacia un final fatalizado que confiere a la obra corpulencia de tragedia; hay en toda ella una excepcional creación lingüística, que revela un diestro manejo del lenguaje popular, y que sin dejar de ser realista adquiere otros valores. Todas las figuras dramáticas, incluso las secundarias, tienen auténtica vida y hay un par de creaciones maestras: don Zoilo y Martiniana, dos de los grandes personajes de la literatura platense
(Braga, 1551-?, 1623) Filósofo y médico portugués. Enseñó medicina en Montpellier y en Toulouse. En su obra Que nada se sabe (1581) hace de la duda principio de toda reflexión, como hará Descartes, aunque sin llegar a certeza alguna