Rey de Castilla (1157-1158). Hijo primogénito de Alfonso VII, quien donó Castilla a Sancho III y el reino de León a Fernando II. Firmó un tratado contra Navarra con el rey de Aragón, Ramón Berenguer IV (1158), quien se convirtió en vasallo a cambio de las plazas de Zaragoza y Calatayud. El mismo año acordó con su hermano, Fernando II, la separación de ambos reinos
(Sancho Garcés) Rey de Pamplona que unificó temporalmente la España cristiana (?, h. 992 - ?, Navarra, 1035). Era hijo de García Sánchez, el Trémulo, a quien sucedió en el Trono en el año 1000, inicialmente bajo un consejo de regencia.
Aprovechando la desintegración del Califato de Córdoba, dirigió toda su atención hacia la unificación de los principados cristianos de la península Ibérica y algunos del otro lado de los Pirineos: siguiendo las ideas feudales dominantes en la Europa del siglo XI, estableció una red de relaciones de vasallaje y parentesco que le hizo rey -teóricamente- de un extenso territorio que iba «desde Zamora hasta Barcelona», incluyendo Gascuña.
Se casó con la hija del conde de Castilla en 1010, lo cual facilitó un acuerdo favorable sobre las fronteras entre ambos estados (1016). Anexionó a su reino los condados de Sobrarbe y Ribagorza, alegando derechos dinásticos para intervenir en sus conflictos internos contra las pretensiones del conde de Barcelona (1019). Más tarde sometió también a este último a vasallaje, a cambio de la ayuda prestada en el conflicto contra su propia madre (hacia 1023). Por las mismas fechas, el apoyo al conde de Gascuña en su lucha contra el Condado de Toulouse, le proporcionó al rey de Pamplona el vizcondado del Labourd y el vasallaje de Gascuña (que teóricamente heredó Sancho al morir el conde, que era su tío).
Su parentesco con la familia condal castellana le permitió igualmente intervenir en aquel estado, apoyando la autoridad de su cuñado (el conde niño don García) frente a los nobles y a la intromisión del rey de León; Sancho casó a su hermana Urraca con el rey leonés para pacificar las relaciones con él y poder así ejercer libremente su influencia sobre Castilla. Al morir asesinado el conde don García durante un viaje a León (1029), Sancho ocupó Castilla alegando los derechos sucesorios de su mujer, a pesar de que existían herederos masculinos con más derechos para regir aquel Condado.
Esto hizo estallar la guerra con el rey de León, que también ambicionaba la anexión de Castilla; la suerte de la guerra entre los dos reyes favoreció al de Pamplona, que ocupó León, Zamora y Astorga (1034).
De ese momento data una acuñación de moneda en la que Sancho se titula emperador. Sin embargo, su «imperio» fue efímero: en 1035 el rey leonés reconquistaba su capital (que era la ciudad que daba derecho a usar el título imperial). Y en aquel mismo año moría Sancho, dejando sus estados repartidos entre sus hijos: Pamplona, las Vascongadas y la Bureba para García; Castilla para Fernando; Sobrarbe y Ribagorza para Gonzalo; y Aragón para Ramiro