Cantante y compositor puertorriqueño. Conocido por los sobrenombres de El Inquieto Anacobero y El Jefe, Daniel Santos está considerado el intérprete puertorriqueño de canciones latinoamericanas (en géneros comom la guaracha, la pachanga o el bolero) más importante del siglo XX. Su voz triunfó en toda Latinoamérica junto a grupos musicales legendarios como el Cuarteto de Pedro Flores y la Sonora Matancera
Hijo de un modesto carpintero y una costurera, tuvo que trabajar desde muy joven como limpiabotas para contribuir al sustento familiar; como otros tantos puertorriqueños, emigró junto a sus padres y hermanos a Nueva York a finales de la década de 1920. Con tan sólo catorce años decidió independizarse y comenzó a ganarse la vida como integrante de diversas formaciones musicales, dedicadas a amenizar fiestas y celebraciones.
Durante los años treinta formó parte del Trío Lírico y el Conjunto Yumurí, y actuó en locales de moda como el Borinquen Social Club, Los Chilenos y el Cuban Casino; en este último conoció a Pedro Flores, un hecho crucial en su carrera, ya que el compositor quedó maravillado por su voz y lo reclutó para su célebre cuarteto
En los primeros años cuarenta alcanzó la fama interpretando algunos de los mejores temas del maestro Flores, como Irresistible, El último adiós, Prisionero del mar, Guaracha amorosa, y sobre todo Despedida, canción archipopular durante esta época que le abrió las puertas del mercado norteamericano. En 1941 fue elegido por Xavier Cugat para sustituir al cantante Miguelito Valdés al frente de su orquesta, pero nada más unirse al grupo debió abandonarlo al ser llamado a filas por el ejército estadounidense.
En 1946, cuando se encontraba en Cuba, fue presentado por el también puertorriqueño Bobby Capó al dueño de la emisora de radio RHC Cadena Azul, Amado Trinidad, que le contrató para un programa titulado Bodas de Plata Portagás; a partir de entonces su fama no hizo más que aumentar en la isla caribeña, donde ya era conocido como el Anacobero, en referencia al tema con el que solía hacer su presentación.
Tras trabajar una temporada para la Cadena Radial Suaritos, fue contratado por Radio Progreso como vocalista del conjunto la Sonora Matancera; este feliz encuentro lanzó inesperadamente su carrera artística hacia el estrellato, de forma que se convirtieron en el grupo musical latino más famoso y escuchado de toda Hispanoamérica, con especial éxito en la República Dominicana, México, Colombia y Venezuela
Entre los temas más emblemáticos cantados por la inconfundible voz de Santos y la Sonora Matancera se encuentran Dos Gardenias, de Isolina Carrillo; Obsesión, de Pedro Flores; Bello Mar y El columpio de la vida, compuesta por él mismo, y Noche de Ronda, de Agustín Lara. En los años cincuenta pasaron a actuar para la cadena CMQ, la más importante de Cuba.
En 1957 compuso en honor a Fidel Castro, a quien admiraba, la canción Sierra Maestra, que posteriormente se convirtió en himno de la revolución castrista; paradójicamente, terminó por abandonar Cuba poco tiempo después de la implantación del régimen comunista, y ya no regresó nunca a la isla que le vio triunfar
De talante rebelde e independiente, Daniel Santos profesó la ideología nacionalista de Pedro Albizu Campos, contraria al dominio norteamericano sobre su país, lo que plasmó en varias canciones de protesta (Amnistía, Los Patriotas, etc). Llevó una vida nada ejemplar, y su conocida afición por el alcohol y las mujeres le costó varios encarcelamientos; tuvo doce hijos y llegó a contraer matrimonio en más de diez ocasiones.
Su figura, grandiosa a la vez que controvertida, fue tema principal de las obras de varios escritores compatriotas suyos: La importancia de llamarse Daniel Santos, de Luis Rafael Sánchez; El Inquieto Anacabero, de Salvador Garmendia; Vengo a decirle adiós a los muchachos, de José Antonio Ramos; y fue mencionado por Gabriel García Márquez en Relato de un náufrago
(Eduardo Santos Montejo; Santafé de Bogotá, 1888-1974) Político colombiano, presidente de la República durante el período comprendido entre los años 1938 y 1942, que fue llamado "gobierno de pausa" porque frenó el impulso de la revolución instaurada por su antecesor Alfonso López Pumarejo, aunque al mismo tiempo permitió la consolidación de las conquistas revolucionarias alcanzadas por el gobierno de "la revolución en marcha".
Santos Montejo, descendiente de la heroína santandereana Antonia Santos, realizó sus estudios de Derecho en la Universidad Nacional y complementó su formación en Literatura y Sociología en la Universidad de París, gracias a lo cual llegó a dominar con fluidez los idiomas francés e inglés. Su vida pública se desenvolvió entre el periodismo y la política; en el primer campo, se inició al lado de Tomás Rueda Vargas en una publicación llamada La Revista, en la que se exponían temas políticos, literarios e históricos.
En 1913 compró el periódico El Tiempo que, bajo su dirección, se convirtió en uno de los símbolos que identificaron el nuevo espíritu liberal. El periódico fue siempre una empresa familiar, pues Eduardo Santos no quiso a dar participación a nadie en la empresa. Consideraba la independencia de pensamiento como lo más importante de su periódico, lo cual le hizo alejarse de cualquier compromiso que limitara esa libertad. En 1955 Gustavo Rojas Pinilla clausuró el periódico a causa de una crítica hecha en el mismo contra el gobierno, crítica que Santos no quiso rectificar. Dos años más tarde volvió a aparecer el periódico.
En el campo de la política, Eduardo Santos desplegó también una actividad muy intensa. Junto con Carlos E. Restrepo y Luis Cano, entre otros, fundó el Partido Republicano, que convocó a la Junta Conciliadora en Medellín al finalizar la Guerra de los Mil Días (1904). Este movimiento, aunque de vida efímera, jugó un importante papel en las reformas constitucionales de 1910, que significó la firma definitiva de un acuerdo entre conservadores y liberales después de tantos enfrentamientos.
Fue director nacional de la campaña electoral que llevó a la presidencia en 1930 al liberal Enrique Olaya Herrera, durante cuyo gobierno ocupó el cargo de canciller de la República, delegado de Colombia ante la Asamblea de la Sociedad de Naciones, ministro plenipotenciario ante todos los gobiernos de Europa, consejero municipal de Bogotá y gobernador de Santander, representante a la Cámara y dos veces presidente del Senado. Pero donde sus actuaciones fueron más brillantes fue en política internacional. Un caso digno de mención fue la manera como supo presionar la opinión internacional en favor de Colombia durante el conflicto de Leticia con el Perú.
Elegido presidente en 1938, su gobierno se caracterizó básicamente, por un giro moderado hacia la derecha, en relación con la "revolución en marcha" de López Pumarejo. Algunas de sus principales realizaciones fueron la creación del Instituto de Fomento Industrial (IFI), del Banco Central Hipotecario (BIC), del Instituto de Crédito Territorial (ICT, transformado hoy en el INURBE), el establecimiento del descanso dominical y festivo remunerado, la organización del Ministerio de Trabajo, fundación de la Radiodifusora Nacional y la creación de la Escuela de Policía General Santander.
En política exterior se atuvo a la línea de Marco Fidel Suárez y de Olaya Herrera de inclinar a Colombia hacia los Estados Unidos, alineándose junto a este país en el contexto de la "guerra fría"; elevó a la categoría de embajadas las representaciones colombianas en varios países americanos; recibió la visita -de gran significación en aquella época- del presidente peruano Manuel Prado; firmó con el gobierno venezolano un tratado de amistad y límites.
Puede decirse que por su experiencia en el este campo llegó a ser considerado como uno de los mayores internacionalistas del mundo de la posguerra. El resultado de sus gestiones en pro de los países americanos se plasmó en la firma del Acta de Chapultepec en 1945, propuesta que fuera presentada por el gobierno colombiano, y firmada por diecinueve países del Nuevo Continente, y que pondría las bases para el Tratado de Asistencia Recíproca de Río de Janeiro.
Santos desarrolló, además, una importante labor en el campo intelectual. En 1942 fue nombrado miembro de la Academia Colombiana de Historia, cuya presidencia ocupó en cuatro períodos, y en cuyo favor cedió su pensión como ex-presidente de la República; incentivó la publicación de numerosos libros, especialmente de la Historia extensa de Colombia. Recibió el título de doctor Honoris causa por las universidades de Rochester (Nueva York) y de Cartagena.
Sus últimos años los empleó en la continuación de varias obras emprendidas por su esposa Lorencita Villegas, el trabajo en periódico y en la Academia de Historia. Aunque no ha sido catalogado como un gran ideólogo, la historia lo considera un buen guía, moderado, crítico con la izquierda socializante de un grupo de liberales radicales, y gran defensor de la modernización, de la justicia social y de las libertades públicas y privadas. En la época de la violencia desatada de la década de los 50, fue uno de los promotores del Frente Nacional