Heroína de la independencia colombiana. Su infancia transcurrió en la provincia del Socorro, región que ya en 1781 había vivido el movimiento insurreccional de los Comuneros. En ese ambiente de rebeldía creció Antonia, en el seno de una familia que apoyó abiertamente la causa independentista desde el primer momento. Dedicada desde joven a las labores agrícolas, recibió la rudimentaria educación propia de las mujeres de su tiempo
En esa época se conformaron una serie de grupos guerrilleros para luchar contra los españoles realistas; estas guerrillas combatieron el Régimen del Terror y apoyaron al ejército patriota en la Campaña Libertadora de 1819. Antonia Santos organizó y sostuvo la guerrilla de Coromoro, convirtiendo su hacienda El Hatillo en centro de operaciones del grupo. La actuación de esta guerrilla (liderada por su hermano Fernando Santos, José Gabriel Tobar, Camilo Gaona y José Manuel Ruiz, entre otros cabecillas) fue decisiva para las victorias del Pantano de Vargas y de Boyacá, puesto que impidió el paso de las tropas que iban en ayuda de los españoles.
El 12 de julio de 1816, un destacamento militar español comandado por el capitán Pedro Agustín Vargas se presentó sorpresivamente en la hacienda El Hatillo. Las tropas españolas apresaron a Antonia Santos, su hermano Santiago y otros familiares y sirvientes de la familia, y los trasladaron hasta Socorro, donde fueron encarcelados. Antonia fue sentenciada a muerte el día 16 de julio, y ejecutada el 28 del mismo mes en la plaza pública, junto con los próceres Isidro Bravo y Pascual Becerra. La noticia de su muerte exacerbó aún más los ánimos de los grupos guerrilleros, quienes juraron continuar la lucha en su nombre
(Lima, 1875-Santiago de Chile, 1934) Escritor y político peruano. Encarcelado a los veinte años por actividades subversivas, ya en libertad emprendió una trepidante actividad política. Desempeñó diversos cargos diplomáticos en Colombia y en España, y fue consejero de Pancho Villa en México y de Estrada Cabrera en Guatemala, donde fue condenado a muerte (1924) a la caída del dictador; amnistiado, regresó a Perú, donde volvió a conocer la cárcel tras una oscura reyerta con un periodista. Indultado de nuevo, pasó a Santiago de Chile, donde murió asesinado en un tranvía. Sus primeras publicaciones fueron Iras y santas (1895), En la aldea (1895 y Azahares (1896). Seguidor de los cánones parnasianos y modernistas, con el tiempo reaccionó contra esta influencia, si bien en su poesía siempre hizo gala de un gran virtuosismo. Alma América (1906) y Fiat Lux (1908) son, de entre sus obras de madurez, las más conocidas