Actriz austriaca. Criada en un entorno intelectual, Maria (Margarete) Schell era hija del matrimonio formado por un poeta y una actriz. Al igual que su hermano Maximilian Schell, desde muy joven deseó dedicarse al arte dramático. Debutó en Suiza con el nombre artístico de Gritli Schell. Gracias a su matizada declamación y a una indudable fotogenia, pronto empezó a participar en proyectos cinematográficos como Gervaise (1956), de René Clément. Logró consagrarse en el cine europeo gracias al filme Noches blancas (1957), de Luchino Visconti. Compartiendo protagonismo con Marcello Mastroianni, Schell interpretó con genio el relato homónimo de Dostoievsky y logró con ello un merecido prestigio que llegó a cruzar el Atlántico. En el cine estadounidense fue intérprete en filmes como El árbol del ahorcado (1959), de Delmer Daves; Cimarrón (1960), de Anthony Mann; y Superman (1978), de Richard Donner
(Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling; Leonberg, actual Alemania, 1775-Baz Ragaz, Suiza, 1854) Filósofo alemán. Uno de los máximos exponentes del idealismo y de la tendencia romántica en la filosofía alemana, su gran precocidad se hace evidente en el hecho de que a los ocho años dominaba las lenguas clásicas, y que antes de los veinte había desarrollado ya un sistema filosófico propio.
Su pensamiento pasó por numerosas etapas distintas –tanto gracias a su precocidad como a su longevidad– que la mayoría de críticos han clasificado en cinco. Estudió filosofía y teología en el Seminario de Tubinga, donde coincidió con Hegel y Hölderlin; como ellos, recibió la influencia de la filosofía kantiana y del pensamiento de Fichte, entonces en boga, como también las ideas de la Revolución Francesa, y se fue apartando de la teología para encaminarse hacia la filosofía.
A partir de 1795 fue preceptor en Leipzig, donde se relacionó con el círculo romántico de los Hermanos Schlegel. Este contacto determinó su alejamiento de la filosofía de la conciencia de Fichte, así como la elaboración de una filosofía de la naturaleza que reivindicaba su principio activo y vital, frente a la noción de Fichte, que veía en ella una mera resistencia pasiva frente al sujeto. En 1796 conoció a Goethe, quien logró para él una cátedra en la Universidad de Jena, donde compartió la fama con Fichte. Por esa época contrajo matrimonio con Caroline Schlegel, quien le inspiró una profunda pasión.
El intento de conectar su filosofía de la naturaleza con la de Fichte, que partía del Yo, lo llevó a elaborar también un idealismo trascendental, en que la relación entre naturaleza y sujeto se producía a través de la intuición intelectual, que participa a un tiempo de la inmediatez de la intuición sensible y de la comprensión (mediación) del intelecto; Fichte no aceptó, sin embargo, sus tesis.
En el año 1803 se trasladó a la Universidad de Wurzburgo, donde enseñó hasta 1806. En esta época, su filosofía del Absoluto derivó hacia la llamada filosofía de la identidad, que afirma la indiferencia entre sujeto y objeto, ambos procedentes del Absoluto previo a su distinción y en el que son «lo mismo». Hegel, cercano a las posiciones de Schelling en un principio, se apartó de ellas en la Fenomenología del espíritu (1807), donde critica la vaguedad y en último término la vacuidad de sus conceptos de absoluto e intuición.
Desplazado a un segundo plano de la escena intelectual alemana por el éxito del sistema hegeliano, se retiró de la vida pública y aceptó el cargo de secretario general de la Academia de Bellas Artes de Munich. La muerte de su esposa, en 1809, le afectó profundamente. Schelling realiza en esta época un giro importante en sus concepciones, que desemboca en la llamada «filosofía de la libertad», en la cual niega que la racionalidad sea el fundamento del mundo, y pone en su lugar el deseo, el impulso vital irracional, con lo cual se anticipa en cierto modo a las concepciones de Schopenhauer y al vitalismo filosófico posterior. La libertad humana sólo puede ser tal si es libertad para el bien y para el mal, al que reserva una entidad positiva, en contra de la tradición agustiniana, que lo concebía negativamente como ausencia de bien.
Su pensamiento adopta en esta etapa un tono cada vez más cercano a la teología, y concibe la historia del mundo como el proceso de autoconocimiento de Dios, el Absoluto, a través de la contraposición de «luz» y «oscuridad», conceptos de los que el primero corresponde a la transparencia y la apertura a la razón y el bien, frente al egoísmo y la fuerza centrípeta que domina a cualquier ser; este impulso desviado del deseo, que tiende a encerrarse sobre sí y a apartarse del Espíritu, constituye la positividad del mal.
Tras un breve período como docente en la Universidad de Erlangen (1820-1827), en 1841 regresó a Munich en calidad de profesor de la universidad creada por Luis de Baviera, con la intención de exponer las teorías que había desarrollado en los años precedentes, sin publicarlas, para renovar profundamente la filosofía. Sin embargo, su doctrina no cuajó, dado el auge del hegelianismo; poco después, abandonó definitivamente la enseñanza. Su pensamiento sólo fue recuperado, años más tarde, por Heidegger y otros pensadores existencialistas