Rey de Portugal . Al morir su abuelo, Juan III, en 1557, fue proclamado rey bajo la regencia de su tío abuelo y de su abuela (hermana de Carlos I de España).
Fue educado por los jesuitas, que fomentaron en el joven rey una religiosidad determinante de su acción de gobierno posterior: la continuidad dinástica fue puesta en peligro por el celibato voluntario del rey y por su insistente mortificación ascética; y todas las consideraciones políticas fueron postergadas a un espíritu de cruzada propio de los caballeros medievales.
Desde que inició su reinado personal en 1568, Sebastián dirigió todas las energías de la monarquía portuguesa contra el Islam, al que quería arrebatar el norte de África. Emprendió dos campañas sucesivas en Marruecos (1574 y 1578), que no produjeron conquistas duraderas para Portugal. En la segunda de ellas el propio rey encontró la muerte durante una batalla en la zona del Rif.
Vacante el Trono de Portugal, éste fue reclamado por Felipe II de España, que era hermano de la madre de don Sebastián; y, tras una breve guerra, Portugal quedó incorporado a la Monarquía Hispana (hasta 1640).
Entretanto, la figura del rey desaparecido se convirtió en un mito en Portugal, extendiéndose la creencia mesiánica de que seguía vivo y regresaría para redimir al país (sebastianismo). En los años posteriores aparecieron múltiples impostores que intentaron hacerse pasar por el rey Sebastián para usurpar el poder
Mártir romano del s. III. Jefe de una cohorte pretoriana en Roma, ayudó a los cristianos y mereció del papa Cayo el título de defensor de la Iglesia. Denunciado por cristiano, fue asaeteado y dado por muerto; curado por una cristiana, fue arrestado de nuevo y flagelado hasta morir. Se le invocaba contra la peste. Fiesta el 20 de enero