Pintor francés. Inicialmente se alineó con los impresionistas, pero después de conocer a G. Seurat en 1884 se adscribió, como artista y teórico, al neoimpresionismo o puntillismo. En sus obras plasmó sobre todo escenas marineras (puertos, veleros, faros), primero con un puntillismo estricto y después con un toque más amplio, proporcional a las dimensiones del cuadro. Son sus obras de estilo más libre, menos riguroso, las que revisten mayor interés y las que cautivaron de forman singular a Matisse. Dos cuadros, El palacio de los Papas y La entrada al puerto de La Rochelle evidencian su creciente interés por la luz y los colores
(Llamado Luca da Cortona; Cortona, c. 1445/1450- id., 1523) Pintor italiano. Discípulo de P. della Francesca, pronto se interesó por el arte florentino. En 1482 marchó a Roma para participar en la decoración de la Capilla Sixtina (Testamento, Muerte de Moisés). De regreso a su ciudad natal, realizó sus primeras obras de madurez, caracterizadas por formas angulosas, colores intensos y un talento dramático en el uso de la luz. Entre 1480 y 1490 realizó numerosas obras, con composiciones cada vez más complejas, que desembocarían en su actividad como fresquista en los grandiosos ciclos del claustro de la abadía de Monte Oliveto y, sobre todo, en los de la capilla de San Bricio en la catedral de Orvieto. Entre sus trabajos posteriores cabe recordar el políptico de Acervia (Brera, Milán) y La comunión de los Apóstoles (Museo Diocesano, Cortona). Su estilo conjuga el dinamismo lineal florentino con la espacialidad luminosa de P. della Francesca; su exaltación de la plasticidad del cuerpo humano, en composiciones de fuerte dramatismo, representan un precedente de la pintura de Miguel Ángel