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Biografía de Bartolomé Soler

Sabadell, 1894 - Palau de Plegamans, 1975

Narrador, ensayista y dramaturgo español. Sin apenas contar con ninguna formación académica, emigró a Latinoamérica a los dieciocho años y, tras trabajar en los más pintorescos oficios en Argentina y Chile, regresó a su ciudad natal en 1922. Ese mismo año fundó una compañía de teatro, con la que logró debutar en el prestigioso Teatro Romea de Barcelona.

Residió varios años en Madrid y, en 1930, viajó de nuevo al continente americano, para realizar una extensa gira por diferentes países de la América Hispana e impartir unos cursos de Literatura española en el estadounidense Middlebury College. Firme partidario de reivindicar, según su juicio, las afinidades culturales entre Cataluña y Castilla, el autor pronunció varias conferencias en numerosas instituciones culturales.

Bartolomé Soler fue un intelectual atípico dentro de su generación: se mostró contrario a los preceptos del noventayochismo y apenas redactó alguna obra en catalán. Influido por la experiencia americana, Soler escribía relatos trágicos sirviéndose de las técnicas del naturalismo. Al mismo tiempo, retrataba personajes de mentalidad obtusa en el seno de ambientes opresivos.

En 1927 editó su primera novela y la tituló Marcos Villarí. Otras narraciones conocidas del escritor catalán son Germán Padilla (1927); Almas de Cristal (1940); La vida encadenada, de 1945; Karú-Kinká (1946); La llanura muerta (1947); Patapalo (1949), con la que obtuvo el Premio Ciudad de Barcelona; La selva humillada (1951), y Los muertos no se cuentan (1960), por la que recibió el Premio Nacional Miguel de Cervantes.

Como dramaturgo cosechó un importante éxito en la crítica teatral de la época por la obra estrenada en Buenos Aires Adversarios (1930) -escenificada en España con el nombre de Guillermo Roldán-. Alas en la aldea, ¿Quien mató a Pérez?, Gol y, en lengua catalana, Anna Maria (1932) y El marqués i la seva filla (1932) forman también parte de la producción teatral del autor. En 1963 salió publicado el primer volumen de las memorias de Soler, bajo el epígrafe de Mis primeros caminos. La cara y la cruz del camino (1963) y Mis últimos caminos (1965) completan la trilogía autobiográfica del literato sabadellense

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(Fernando García Pavía; Saltillo, 1900 - Ciudad de México, 1979) Actor y director cinematográfico mexicano. Miembro de una familia de actores (sus otros tres hermanos también se dedicaron a la interpretación y dirección) desarrolló una importante carrera teatral antes de entrar en el cine. Participó, inicialmente, en una versión “hispana” producida por la Paramount en los estudios de Joinville (París); se trata de ¿Cuándo te suicidas? (1931), de Manuel Romero, al lado de Imperio Argentina.

Su debut en el cine mexicano tiene lugar en la película de Gabriel Soria Chucho el Roto (1934), como un humilde ebanista que acaba convirtiéndose en un bandido tras pasar por la cárcel. A partir de este momento son numerosas las películas -melodramas, dramas, comedias- que van a contar con él en su reparto. Así destacan Refugiados en Madrid (1938), de Alejandro Galindo, su papel en la casa del ogro (1939), por el que recibió el premio al mejor actor, y Papacito lindo (1939), de Fernando de Fuentes. En estos años se desplaza a Hollywood para trabajar en Verbena trágica (1938), de Charles Lamont, y Los hijos mandan (1939), de Gabriel Soria

Recibió un nuevo premio al mejor actor por Pobre Diablo (1940), de José Benavides Jr., una historia floja, y debutó como director con la película Con su amable permiso (1940), de resultados poco satisfactorios, para terminar el año con un trabajo interesante -como el padre Bernal en Creo en Dios (1940), de Fernando de Fuentes-. La década de los cuarenta, en líneas generales, está dominada por las películas que dirigió Soler, trabajos de escasa repercusión

Fue uno de los mejores actores de carácter; destacó por su buen hacer y naturalidad interpretativa -en la que van surgiendo personajes rectos y alocados, bondadosos y desvalidos-, que no le impidió muchas veces sobreactuar; durante este período comparte algunos repartos con Arturo de Córdova, Sara García, Sofía Alvarez, Matilde Palou y María Félix (con esta en La mujer sin alma, 1943, y Que Dios me perdone, 1947), dirigidos por Julio Bracho, Juan Bustillo Oro, Alejandro Galindo o Miguel Zacarías

A partir de los años cincuenta va adaptando su físico a los nuevos personajes que surgen tanto del espacio provinciano como del ambiente de la gran ciudad, mostrando un carácter todo virtud o la imagen del “calavera”, según los casos, sin olvidar los dilatados parlamentos con los que siempre ameniza a la concurrencia. De esta última fase cabe destacar las tres películas de Luis Buñuel que protagoniza (El gran calavera, 1949 -excelente la secuencia de su llegada a la casa borracho-; Susana, 1950; La hija del engaño, 1951). Tras recibir un nuevo Ariel por su papel en No desearás la mujer de tu hijo (1949), de Ismael Rodríguez, resulta de interés su papel en Sensualidad (1950), de Alberto Gout, con el que ha de defenderse de Ninón Sevilla

A comienzos de los años sesenta trabajó en España en el amor de los amores (1961), de Juan de Orduña, y recibió la Perla del Cantábrico del Festival de San Sebastián por su trabajo en Pueblito (1961), de Emilio Fernández. Fue durante un tiempo representante del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica y socio fundador de la Academia Mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas (creada en julio de 1946)

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