Explorador británico. Tuvo una infancia difícil: tratado con dureza por sus padres e incluso encerrado en una casa de corrección, logró huir a los quince años. En 1859 llegó a América, donde fue adoptado por un comerciante al que conoció en Nueva Orleáns y que le dio su nombre. Estallada la guerra civil, participó en ella, y combatió primeramente en las filas de los confederados, y luego, hecho prisionero por el enemigo, ingresó en las de la Unión. Terminado el conflicto bélico, se inclinó al periodismo y fue enviado especial del New York Herald.
Aficionado a los viajes y atraído por las aventuras, dirigió en 1869 una expedición que partió hacia el África en busca del misionero escocés David Livingstone, a quien halló en 1871 en Ujiji; con él exploró el lago Tanganika. De tal empresa dio una amplia información en el libro Cómo encontré a Livingstone (1872). Tras la muerte del escocés (1873), cuyo valioso material, contenido en los diarios y las cartas, reunió y llevó a Londres, prosiguió su obra luchando contra la esclavitud y realizando otras exploraciones.
En 1874 volvió al África, donde permaneció hasta 1877; gracias al apoyo económico de Bennett y lord Burnham, director del Daily Telegraph, llevó a cabo las expediciones más importantes de cuantas se hayan efectuado por el Continente Negro, trascendentales no sólo en cuanto al punto de vista geográfico, sino también por su relación con la política y la economía del ámbito africano del imperialismo. Se deben a Stanley el conocimiento de las fuentes del Nilo y de los lagos Victoria Nyanza y Tanganika, y la navegación por el río Congo hasta el mar. La historia de tales empresas, llevadas a cabo entre graves dificultades, aparece narrada en el volumen A través del Continente Negro (Through the Dark Continent, 1878).
Enviado por el gobierno belga, regresó al África en 1879 y permaneció durante cinco años en el Congo, donde hizo construir caminos y bases y estableció líneas de navegación fluvial; fruto de su obra fue el Estado Libre del Congo. Refiere la historia de este acontecimiento el libro titulado precisamente El Congo y la fundación de su Estado Libre (1885). En el volumen En el África más tenebrosa (1890) narró Stanley, en cambio, las aventuras de sus viajes a las regiones ecuatoriales, realizados para el establecimiento en ellas de un protectorado inglés.
Recibido con grandes honores a su regreso a Inglaterra, y tras dar un ciclo de conferencias en Australia y América, recobró la ciudadanía británica y fue elegido miembro del Parlamento en 1895. A partir de 1897, tras su última expedición al África, no se alejó ya de Inglaterra. Puso fin a su actividad de escritor con la publicación de otros dos libros: Mis primeros viajes y mis aventuras en América y Asia (My Early Travels and Adventures in America and Asia, 1895) y A través del África meridional (Through South Africa, 1898).
Más que a la producción literaria, la fama de Stanley queda vinculada a las empresas que llevó a cabo, que le convierten en el más importante de los exploradores africanos. Poseedor de una voluntad tenaz y apoyado en sólidos principios morales, realizó a conciencia en África una misión propia de sentido cultural y cristiano
(Ridgeville, 1904 - Salamanca, 1971) Bioquímico norteamericano. En 1929 se graduó en la Universidad de Illinois. Trabajó en Alemania junto a Wieland para, a continuación unirse al equipo del Rockefeller Institute de Princeton
Demostró que muchos de los enzimas conocidos son cristalizables y de naturaleza proteínica e intentó descubrir si los virus también se podían purificar utilizando métodos parecidos. Stanley estudió el virus causante de la enfermedad del mosaico, característica de la plantas del tabaco, y en 1935 logró aislarlo en delgados cristales con forma de aguja, sin disminuir su virulencia.
Sus investigaciones ofrecieron una buena evidencia de que los virus poseían vida y que la región infecciosa de tales virus es la porción de ácido nucleico de la molécula. Stanley sugirió que la reproducción, en los sistemas vivos; podía ser interpretada en términos químicos que implicaban la consideración del ácido nucleico, hecho confirmado a través de experimentos por otros científicos. Posteriormente purificó el virus de la gripe y preparó una vacuna contra la misma. Por la obtención de enzimas y proteínas víricas en forma pura, compartió el Premio Nobel de Química, en 1946, con James Summer y John Howard Northrop