Pintor belga. En su obra plasmó los aspectos mundanos de la vida de sociedad, con un estilo que resulta una mezcla de pintura de género, academicismo y mesurado impresionismo. Es autor de Impresión sobre la pintura (1886)
(George Cooper Stevens; Oakland, 1904 - Lancaster, 1975) Director de cine estadounidense. Considerado por la crítica internacional como uno de los principales representantes de la edad dorada de Hollywood, George Stevens demostró a lo largo de su carrera un gran talento para la dirección de actores y un envidiable sentido del ritmo cinematográfico. A lo largo de una dilatada carrera acreditó su gran conocimiento del medio y, ante todo, un estilo depurado, donde cada plano se revela como una elección muy pensada
Hijo de actores, conoció desde niño el ambiente de la farándula, tanto en su dimensión menos privilegiada -el circo y el teatro ambulante- como en su formato más ventajoso -las producciones de Broadway-. A pesar de su familiaridad con el arte escénico, Stevens sintió muy tempranamente la vocación cinematográfica y llegó a ser operador de cámara con tan sólo diecisiete años
La compañía de Hal Roach le contrató para la realización de cortometrajes humorísticos y fue en ese empleo donde recibió el aprendizaje que después lo convertiría en director. En 1934 entró al servicio de la RKO, compañía que produjo buena parte de sus principales éxitos. Con una envidiable apertura de miras, puso su habilidad al servicio de diversos géneros y elaboró producciones tan distantes en tono y contenido como Señorita en desgracia (1937), Gunga Din (1939) y Serenata nostálgica (1941)
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial fue movilizado como operador del Army Signal Corps Special Motion Picture Unit. Con esta unidad se dedicó a filmar los escenarios en conflicto con fines estratégicos y divulgativos. Cuando llegó la paz, retornó a Hollywood y afrontó producciones cada vez más costosas, algunas a través de Liberty Film, la productora que fundó con Frank Capra y William Wyler. Entre sus principales éxitos de la posguerra sobresalen el melodrama Un lugar en el sol (1951) y el western Raíces profundas (1953), uno de los filmes del Oeste más populares de todos los tiempos
Durante la última etapa de su carrera mantuvo el pulso narrativo, a pesar de la complejidad de proyectos como Gigante (1956), galardonado con el Oscar ese mismo año, El diario de Ana Frank (1959) y La historia más grande jamás contada (1965). Por sus rasgos de carácter y evidente capacidad para el relato cinematográfico, su prestigio se mantuvo tras su retiro a finales de la década de los sesenta