Sacerdote español, obispo de San Sebastián desde el 13 de enero de 2000. Se formó en el seminario de Bilbao, del que fue nombrado director espiritual nada más ordenarse sacerdote y, más tarde, rector.
En esa ciudad fue nombrado, a los 43 años, obispo auxiliar y se convirtió en un tenaz defensor de la libertad en una época de dictadura. Se libró del exilio gracias a una severa advertencia de excomunión que el Papa Pablo VI hizo llegar a un caudillo, Franco, casi moribundo.
Juan María Uriarte
Se licenció en Teología por la Universidad de Comillas y en Psicología por la Universidad belga de Lovaina, especialidad de la que fue profesor en Deusto y Salamanca. Además dedicó un año sabático a la ampliación de sus estudios teológicos, cuando ya era obispo de Zamora (1991), en el Colegio Español de Roma
Durante la tregua que mantuvo la organización terrorista ETA, entre el 16 de septiembre de 1998 y el 28 de noviembre de 1999, Monseñor Uriarte desempeñó un papel mediador. A finales de noviembre de 1998 se entrevistó con Jokin Etxeberria, considerado como el lugarteniente del número dos de la organización, Mikel Albizu, "Antza". Un mes después, fue el encargado de transmitir a ETA la disposición del Ejecutivo de mantener una primera reunión; y en los primeros meses de 1999, intervino en los preparativos de la reunión que mantuvieron los interlocutores de ETA y del Gobierno en mayo de 1999, en Zürich (Suiza).
Fue también el encargado de trasladar a ETA la respuesta del Gobierno al comunicado enviado por la banda en octubre de 1999. El 13 de enero de 2000, el Papa Juan Pablo II lo nombró Obispo de San Sebastián, en sustitución de José María Setién, quien había presentado su renuncia el 9 de diciembre de 1999.
Está considerado, además de un buen teólogo, un preciso y gran comunicador. Nunca dice más de lo que quiere decir y, para evitar posibles deslices, realiza sus comunicaciones casi siempre por escrito. Nacionalista como su antecesor, José María Setién, se le considera más moderado que éste por sus inequívocas y constantes condenas del terrorismo
(Oiba, Santander, 1900 - Santafé de Bogotá, 1988) Política colombiana. Fue la mayor y única mujer de un hogar conformado por cinco hermanos. La influencia feminista procedió de las relaciones que mantuvo Ofelia en su niñez con su padre y con sus hermanos. Con ellos se inició en actividades prohibidas en aquella época para las niñas, tales como el tiro al blanco y la participación en el mundo intelectual
Su familia se trasladó a vivir a El Socorro, donde estudió primaria en la escuela pública y luego magisterio en la Normal de San Gil. Debido a su origen liberal, le fue difícil conseguir empleo; sin embargo, fue maestra de primaria durante un año en Simacota. Con el apoyo de su madre, logró abrir allí un colegio, pero por falta de recursos económicos tuvo que cerrarlo.
En 1924 la familia emigró a Chiquinquirá y luego a Miraflores (Boyacá). Allí conoció a quien sería su esposo, el abogado Guillermo Acosta, del cual sería también su ayudante en el desempeño de su labor como juez de San Gil (Santander). Esta oportunidad la aprovechó para mejorar sus conocimientos jurídicos y de Derecho
Su compromiso feminista no se limitó sólo a la vida institucional y social, sino que traspasó las barreras familiares, gracias a que contaba con el apoyo de su esposo y sus dos hijas, para las cuales Ofelia consiguió que el Colegio Boyacá iniciara la sección femenina. Ofelia utilizó algunos recursos, como la radio, para transmitir sus ideas a través de su programa La hora feminista.
Ocupó diversos cargos como el de Delegada por el Gobernador de Boyacá en el IV Congreso Internacional Femenino (1930) y el de directora de la revista mensual Agitación femenina (1944). En 1940 se trasladó a los Estados Unidos, donde se volvió a manifestar públicamente con la fundación del periódico Verdad, dirigido, administrado y escrito por mujeres.
Finalmente se vinculó al Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) y desde allí impulsó tesis a favor de la justicia social y de las reformas económicas y políticas para transformar las prácticas del bipartidismo. Es reconocida como miembro de una generación de mujeres que irrumpieron en la vida nacional para luchar por el respeto a la dignidad de las mujeres colombianas, y por el reconocimiento de sus derechos civiles, económicos, culturales y políticos. Su libro Una voz insurgente (1963) reúne su propio testimonio y pensamiento feminista, y las aspiraciones y propuestas de aquella generación