Escritor francés. De familia noble franco-saboyana, fue educado en el castillo de La Bâtie y en el célebre colegio de Tournon.
En 1584 ingresó en la Orden de Malta, en la cual permaneció durante pocos años. De regreso a Forez, se alineó con la Liga Católica. Defensor del Duque de Nemours, a su muerte acaecida en 1595 pasó al servicio del duque de Saboya. Murió en el transcurso de una campaña contra Génova y España
Su fama le sobreviene por la creación de una monumental novela pastoril titulada La Astrea, de la cual publicó las tres primeras partes en 1607, 1610 y 1617, dejando inacabada una cuarta y quinta parte que completó y publicó su secretario Balthazar Baro en 1627 y 1629. En torno a la historia de amor entre la pastora Astrée y el pastor Céladon, la obra narra las aventuras amorosas de numerosos personajes secundarios, cuyas vicisitudes interrumpen constantemente en el tema central, que queda a menudo relegado a un segundo plano.
Situada en el Forez del siglo V d.C., al lado del río Liñon, donde transcurrió su infancia y primera juventud, Urfé presenta un mundo idílico, bucólico, cargado de alusiones veladas a contemporáneos. Fue una de las obras de mayor éxito e influencia durante todo el siglo, sobre todo en los años 1630-1660; numerosos novelistas y dramaturgos tomaron algunos de sus temas o procedimientos
Además, publicó tres libros de Epístolas morales (1598-1603-1608), de inspiración neoestoica y neoplatónica; y Sireno (1604), poema pastoril inspirado en la Diana de Montemayor. Compuso además entre 1599 y 1606 un poema épico titulado La Saboyada, dedicado a la exaltación de la Casa de Saboya (todavía hoy inédito). En sus últimos años escribió la tragicomedia partoril Silvanira (1627).
(Modest o Modesto Urgell i Inglada; Barcelona, 1839 - 1919) Pintor y dramaturgo español. Tras intentar dedicarse al teatro y llegar a actuar en el Teatro de Santa Cruz de Barcelona, la prohibición familiar de seguir por ese camino lo llevó a dedicarse a la pintura.
Estudió en la Escuela de San Jorge de su ciudad natal. Eran años en los que alternaba con la juventud artítica y bohemia de Barcelona. Comenzó a destacar como dibujante antes que como pintor
Posteriormente, su familia, que gozaba de buena posición económica, sufragó una larga estancia en París, en la que trabó conocimiento con Courbet. Desde 1896, fue profesor de paisaje en la Escuela de Bellas Artes. Fue fundador de la Sociedad Artística y Literaria de Cataluña, así como del Museo Artístico y Arqueológico de Gerona. Recibió varios encargos de la reina Isabel II (desterrada entonces en París) con destino a su palacio parisino. Su carácter, aristocráticamente displicente, se agrió en sus últmios años, volcándose en diatribas contra los jóvenes pintores modernistas
También se dedicó a la literatura, con especial interés por el teatro. A esta faceta responden títulos como Turbonada (1870), Lluny dells ulls (1898), Un terrós de sucre (1898), ¡Añoranza! (1899) o ¡Miedo! (1908), así como el volumen de memorias El Murciélago.
La aldea, de Modest Urgell
La suma de sus aficiones por la literatura y el dibujo se plasma en su album Catalunya, en el que aparecen más de cien dibujos, algunos reproducciones de sus cuadros, acompañados de textos que él mismo escribió. El libro fue un intento de responder a las críticas que se le hacían de que pintaba siempre lo mismo
Como pintor, vendió mucho y bien, lo que le permitió llevar una vida holgada y cómoda. Su presencia en la vida pública de la Barcelona del cambio de siglo debió de ser importante y frecuente. Destacó, sobre todo, como paisajista, especialmente por sus atardeceres, que lo sitúan a medio camino entre el paisajismo romántico y el impresionista. Aficionado a la naturaleza, recorrió toda Cataluña buscando paisajes que llevar al papel.
Concurrió a todas las Exposiciones Nacionales desde 1864 hasta un año antes de su muerte. Obtuvo galardones en las de 1876 (segunda medalla por Toque de oración, paisaje rural en el que aparece una ermita al atardecer; los colores y la luz están tratados con gran sensibilidad) y 1892 (medalla de segunda clase por Paisaje) y en las Universales de París, Munich, Filadelfia, Berlín, Bruselas y Chicago, entre otras. En 1892, se dio la coincidencia de que obtuviera medalla de oro en todas aquellas a las que concurrió, entre ellas la de Bruselas, en la que fue el único español premiado
Otras obras destacadas son Costas de Cataluña, Antes de la tormenta, Los Pinos del Abad, Al caer la tarde y El Pedregal, pueblo civilizado. De sus frecuentes paisajes de cementerios, que le fueron criticados y que, según indicó, iban encaminados a enterrar los muchos "muertos" que se enviaban a las exposiciones nacionales, destacaremos el titulado ¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos! de evidente resonancia becqueriana