Reina de Navarra, esposa de García Ramírez. Era hija ilegítima del monarca castellano Alfonso VII, pues había nacido de una relación extramarital de éste con una doncella asturiana, hija del conde Pedro Díaz, llamada Gontrada Pérez. Su biografía se enmarca en un momento muy complejo de las relaciones entre las tres monarquías peninsulares cristianas más importantes (Navarra, Castilla y Aragón), debido a las continuas guerras entre estos estados causadas por el afán imperialista de Alfonso VII.
A pesar de que el tratado de Támara (1127) había puesto la paz entre Alfonso el Batallador y el monarca castellano, tras la muerte del monarca aragonés en 1134, Alfonso VII había aprovechado para recuperar varios puestos fronterizos, lo que encendió la guerra entre Navarra, Castilla y Aragón. A ello se sumó, en 1140, la declaración de independencia de Portugal por parte de Alfonso Enríquez, con el apoyo navarro.
Por ello, la pretendida paz firmada en 1440 incluía la boda entre Sancho, hijo legítimo de Alfonso VII y heredero del reino de Castilla, y Blanca de Navarra, hija del rey de Navarra García el Restaurador, cuando la princesa llegase a edad núbil. A pesar de este pacto matrimonial, y a pesar también de que García de Navarra había jurado fidelidad y vasallaje a Alfonso VII en las cortes de León (1135), la guerra fronteriza continuó entre ambos reinos. Por ello fue necesario llegar a un nuevo acuerdo matrimonial, que incluyó al propio monarca navarro y a doña Urraca, hija ilegítima de Alfonso VII
Para sellar el pacto, ambos monarcas se encontraron en Carrión de los Condes, desde donde se dirigieron a León, ciudad en la que tuvo lugar el enlace entre Urraca y García, el 19 de junio de 1144. Los festejos derivados de la boda real duraron hasta bien entrado el mes de julio, tras lo cual el nuevo matrimonio se dirigió hacia territorio navarro, para que la reina Urraca fuese recibida por sus nuevos súbditos.
En los dos años siguientes, la paz fue duradera, salvo algunas pequeñas escaramuzas, entre Navarra y Castilla, a lo cual ayudaron sobradamente las frecuentes visitas que Alfonso VII hacía a su hija, como la ocurrida en Tudején, pedanía cercana a Fitero, en 1146, el mismo año en que Navarra y Aragón firmaron también una tregua que ponía paz por fin entre todos los reinos cristianos de la península. Así, pues, el fin matrimonial de doña Urraca parecía logrado con creces
Sin embargo, la vida de Urraca dio un brusco cambio en 1150, cuando García Ramírez falleció como consecuencia de un accidente mientras se encontraba cazando. La reina Urraca regresó a Castilla y fue nombrada por su padre gobernadora de su territorio natal, Asturias, desde donde prestó un gran servicio a la política imperialista de Alfonso VII, ya que mantuvo la tierra asturiana pacificada.
Posteriormente, se instaló en Palencia, lugar del que era natural su segundo marido, el hidalgo Álvaro Rodríguez. Desde este momento (1160, aproximadamente), no hay más rastro de su vida, salvo que murió en 1189 y que fue enterrada en la capilla de San Antolín, dentro de la propia catedral de Palencia, donde todavía actualmente puede observarse su sepulcro
(León, hacia 1190 - Coimbra, 1220) Reina de Portugal (1211-1220) y esposa de Alfonso II. Era hija del monarca leonés Alfonso IX, y, al parecer, su belleza fue la culpable de que el futuro Alfonso II, cuando aún era príncipe heredero, se prendara de ella.
El matrimonio se celebró en 1207, a pesar de la oposición del propio padre de Alfonso, el rey Sancho I, y de buena parte del clero luso, en especial el belicoso Martín Rodrigues, obispo de Oporto.
De hecho, en 1211, cuando Alfonso sucedió a su padre como monarca portugués, Urraca le acompañó hacia Oporto, donde teóricamente ambos debían ser bendecidos por el obispo. Éste se negó no ya a bendecirles como reyes, sino siquiera a recibirles, aduciendo que el matrimonio era incestuoso por el íntimo parentesco existente entre ambos (eran primos segundos).
Como es lógico suponer, la negativa arzobispal causó un hondo revuelo en el reino, aunque sin ninguna razón, ya que el propio sumo pontífice Inocencio III, muy férreo en ese aspecto, había otorgado las bulas y dispensas necesarias
En el fondo del conflicto subyacían las intrigas palaciegas por el poder político de Portugal, así como la preponderancia entre las sedes episcopales de Braga y Oporto. No obstante, la reina Urraca se mantuvo completamente ajena a estos asuntos, siempre dedicada a la educación piadosa de los cuatro hijos que tuvo en el enlace con Alfonso II, entre ellos el heredero, Sancho II.
También permitió establecerse en Lisboa, Coimbra y Guimarães a la orden franciscana, para limitar el poder de la jerarquía eclesiástica. Tres años antes del fallecimiento de su esposo, la reina cayó enferma en el palacio de Coimbra y falleció a los pocos días, en 1220