Político y escritor colombiano. Fue secretario del Senado de la República (1824). Se unió a la oposición santanderina a Bolívar (1827), a quien atacó a través de obras como Catón de Útica (1828) y contra el que realizó un atentado (fallido), por lo que tuvo que huir a los Llanos Orientales, donde murió ahogado al atravesar el Casanare. Además de su obra lírica (Poesías, 1857), es autor de comedias (Las convulsiones, 1851 y El Parnaso transferido, 1820) y dramas, como Doraminta (1836), en los que trata el tema indigenista
(Bogotá, 1860 - Barcelona, 1933) Escritor colombiano. Con estudios incompletos, se dedicó al periodismo y a la política. Entre las publicaciones que fundó sobresale la revista Némesis, que redactó y dio a la imprenta en Nueva York y en París. Combatió las reformas del presidente Rafael Núñez y tomó parte como secretario del general Daniel Hernández en la revolución de 1884, en la que los radicales fueron aplastados; escondido, José María Vargas escribió sus Pinceladas sobre la última revolución de Colombia: siluetas bélicas, y se refugió en Venezuela, de donde pasó a Estados Unidos.
Vuelto a Venezuela en 1893, fue secretario del presidente Crespo, a cuya caída volvió a emigrar. Nueva York, París, Barcelona, Madrid, Roma y Venecia fueron las ciudades donde residió en diversas etapas de su vida; representó como cónsul al Ecuador en Roma (1894) y a Nicaragua en Madrid (1904), pero en 1923, en plena y discutida gloria, recorrió diversos países de América dando conferencias.
No destacó en su poesía (Pasiosarias) y escribió veintitantas novelas, algunas de las cuales fueron muy leídas, como Aura o las violetas (1887), Flor de fango (1895), Ibis (1900), Las rosas de la tarde (1900) y El cisne blanco, novela psicológica (1917), pero que difícilmente resistirían una crítica seria desde diversos ángulos, pese a las discutibles calidades de su estilo.
Más estimable es su sinceridad demoledora, en busca de una mayor libertad y una mejor justicia, aunque siempre con las infecundas características del francotirador, en sus ensayos, como Césares en la decadencia y La muerte del cóndor, a los que podemos añadir Los providenciales (1892), recogidos después en Los divinos y los humanos (1904), Ante los bárbaros (1902) y Laureles rojos (1906). Dejó también, entre otros muchos escritos, un trabajo sobre Rubén Darío (1917); una Memoria inédita y algunos cuentos en Mis mejores cuentos, que publicó en 1922.
De raíz romántica, formación modernista y temperamento rebelde, atrabilario y egocéntrico, admiró a D´Annunzio y a Nietzsche, pero no supo tomar de ellos lo mejor. Sin embargo, su obsesión liberal y estética, movida por su frustrada ambición creadora, dan a su obra un interés indudable, que podrá discutirse, pero que no se puede silenciar en el estudio de las letras hispanoamericanas