Pintor argentino. Se formó en su ciudad natal, y entre 1891 y 1917 residió en París, donde recibió la influencia del postimpresionismo y de los intimistas franceses O. Redon y P. Bonnard (Retrato del escultor Madariaga, 1912; El collar de Venecia, 1914). Regresó a su país en 1918, centrando desde entonces su obra en la reproducción de naturalezas muertas dentro de un estilo esencialmente lírico y suavemente romántico, con un colorido muy personal: tonos grises que envuelven los objetos y las atmósferas, incorporaciones de rojos, azules ocres y verdes. De su obra destacan El expatriado (1926), Francine (1931), El secretario (1937), Cocina bohemia (1940) y Convento y catedral (1950). Galardonado en numerosas ocasiones en su país y en Europa, se le reconoce como precursor del arte moderno en Argentina
(Llamado Victorino el Africano; en África proconsular, c. 300-?, después de 382) Retórico y filósofo latino. Enseñó retórica en Roma con tanto éxito que, durante el reinado de Constancio, se le erigió una estatua en el foro Trajano. Escribió tratados de gramática y de retórica, y, como neoplatónico, es autor de traducciones de Porfirio, Plotino y Platón. En su vejez se convirtió al cristianismo, período durante el cual compuso escritos sobre la Encarnación (De generatione divini Verbi), sobre la Trinidad (Himnos a la Trinidad) y contra Arrio, más propios de un filósofo que de un teólogo