Escritor polaco. Destacado estudioso de la época romántica y de la Joven Polonia, intentó definir las relaciones existentes entre la pintura y la literatura (Matejko y Slowacki, 1953; Makowski, 1963; Thanatos y Polonia o Jacek Malczewski, 1971). Es también autor de una de las más emotivas remembranzas de la vida durante la ocupación nazi (La vida fingida, 1957)
(Mulhouse, 1902 - Los Ángeles, 1981) Director de cine estadounidense de origen francés. Hijo de un tendero suizo, y hermano menor del que sería también director y guionista Richard Wyler, William estudiaba violín en París cuando conoció a un primo lejano de su madre, que resultó ser Carl Laemmle, ejecutivo de la Universal Pictures. Era el año 1922. Wyler fue invitado a viajar a América y trabajar en el departamento de publicidad del Estudio.
Después pasó a ser ayudante de dirección y montaje, trabajando en algunas películas de Joseph Von Stroheim para, finalmente, debutar en 1925 con un western titulado Crook Buster. Entre 1926 y 1927 realizó más de veinte títulos adheridos al género, hasta que en 1928 dirigió A la caza del hombre. El método de trabajo de la Universal se basaba en planes de producción rápidos -los títulos no tenían mucho metraje- y Wyler se prometió a así mismo que si alguna vez podía hacer títulos de más categoría, se tomaría su tiempo
Así se convirtió en uno de los directores más lentos y meticulosos de Hollywood, pues no le importaba rodar una y otra vez escenas que aparentemente no tenían importancia. También pasó a ser el director favorito del productor Sam Goldwyn, con el cual formó una fructífera y larga asociación que vio su comienzo en 1936 con la película Esos tres, basada en la obra de Lillian Hellman, The Children’s Hour y que Wyler retomaría en 1961 para dirigir y producir La calumnia.
Formó otro de sus más importantes tándems con la singular Bette Davis, con quien mantuvo un romance intermitente y con quien trabajó en Jezabel (1938), por la que Wyler ganaría el Premio Especial del Festival de Venecia, La carta (1940), que obtuvo siete nominaciones al Oscar, entre ellas a la mejor actriz, director y película, y La loba (1941), que obtuvo ocho, entre ellas, las anteriormente citadas. Junto a estos tres títulos, La Señora Miniver (1943), completaba la selección de sus mejores películas de ese periodo. De ésta, llegó a decir Winston Churchill, que había hecho más por la guerra que una flotilla de destructores
Wyler no se dedicó solamente a la ficción. Durante la Segunda Guerra Mundial fue destinado al Ejército del Aire y allí tuvo la oportunidad de rodar dos documentales, The Memphis Belle: A Story of a Flying Fortress (1943) y Thunderbolt (1944), y de ganar una medalla al valor y un ascenso a teniente coronel. Tras la guerra, Wyler colaboró en la fundación del Comité del Primer Mandamiento, formado por un grupo de liberales de Hollywood que luchaban en contra de los excesos del Comité de Actividades Antiamericanas y su “caza de brujas”
El período de postguerra resultó muy fructífero para Wyler, pues dirigió Los mejores años de nuestra vida (1946), basada en la novela de MacKinlay Kantor, un relato sobre cómo recibe la sociedad estadounidense a tres veteranos de la Segunda Guerra Mundial -película que obtuvo siete Oscar de la Academia-, y La heredera (1949), adaptación de la obra de Augustus y Ruth Goetz, que a su vez era una adaptación de la novela de Henry James, Washington Square, que logró tres Oscar
Wyler comenzó, poco después, una de sus etapas más brillantes, que duraría hasta su última película. Con Vacaciones en Roma (1953), Wyler asumió un proyecto de rebote para el que eligió a Gregory Peck y a una aún inexperta Audrey Hepburn. Peck, con una intuición innata para saber lo que funcionaba en el cine, improvisó la escena de la mano dentro de “la boca de la verdad”, y la reacción de Hepburn fue genuina. Peck comentó a los productores que como estaba claro que Audrey iba a ganar el Oscar, debían poner su nombre por encima del título. Ellos le hicieron caso y Hepburn ganó el Oscar. Dalton Trumbo por el guión y Edith Head por el diseño de vestuario, también recogieron sendas estatuillas
La novela de Joseph Hayes, que el propio autor convertiría en obra de teatro, sirvió de punto de partida para el siguiente proyecto del director. Horas desesperadas (1955) fue el último papel de tipo duro que interpretó Humphrey Bogart, y el papel del que finalmente se hizo cargo Fredric March iba a ser para Spencer Tracy. Pero la lucha por el sueldo de los dos titanes, Bogart y Tracy, que por otra parte eran muy buenos amigos, hizo que el último no participara finalmente en la película
La década de los cincuenta se cerró con el título más espectacular del director, en todos los sentidos. Ben-Hur (1959). Detrás de la película que detentó el récord de Oscars (once) durante 36 años, se escondían muchas anécdotas que dieron pie a todo tipo de literatura popular. La película fue un éxito, a pesar de las declaraciones de Burt Lancaster, que había rehusado protagonizarla porque no le gustaba la violenta moral de la historia.
Tras este enorme esfuerzo de producción, Wyler se decantó por historias más intimistas, mucho más cercanas al cine de autor que al cine espectacular. Repitió historia en La calumnia (1961), que había dirigido en 1936 como Esos tres; adaptó la novela de John Fowles en El coleccionista, por la que fue nominado al Oscar como mejor director, y en la recta final de su carrera, volvió a la comedia. Cómo robar un millón y… (1966) le reunió de nuevo con Audrey Hepburn, que formaba un sofisticado equipo con Peter O’Toole en la historia sobre un robo de un millón de dólares en un museo parisino
En 1969 dirigió a Barbra Streisand, que ganó un Oscar por su actuación, en Funny Girl, basada en la novela de Isobel Lennart. Se trataba de la biografía musical de Fanny Brice, una cómica de vida agridulce, que Wyler convirtió en un homenaje a los escenarios. La película tuvo un gran éxito y la fotografía y la música fueron nominadas a los premios de la Academia. Su última película fue No se compra el silencio (1970), basada en la novela del mismo título de Jesse Hill Ford y que contaba con una excelente interpretación de Lola Falana, que fue nominada a los Globos de Oro. En ella, Wyler construía una historia en torno al racismo