Escritora británica. Hija de sir Leslie Stephen, distinguido crítico e historiador, creció en un ambiente frecuentado por literatos, artistas e intelectuales. Tras el fallecimiento de su padre, en 1905, se estableció con su hermana Vanessa –pintora que se casaría con el crítico Clive Bell– y sus dos hermanos en el barrio londinense de Bloomsbury, que se convirtió en centro de reunión de antiguos compañeros universitarios de su hermano mayor, entre los que figuraban intelectuales de la talla del escritor E. M. Forster, el economista J. M. Keynes y los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, y que sería conocido como el grupo de Bloomsbury.
Virginia Woolf
En 1912, cuando contaba treinta años, casó con Leonard Woolf, economista y miembro también del grupo, con quien fundó en 1917 la célebre editorial Hogarth Press, que editó la obra de la propia Virginia y la de otros relevantes escritores, como Katherine Mansfield, T. S. Eliot o S. Freud. Sus primeras novelas, Viaje de ida y Noche y día, ponen ya de manifiesto la intención de la escritora de romper los moldes narrativos heredados de la novelística inglesa anterior, en especial la subordinación de personajes y acciones al argumento general de la novela, así como las descripciones de ambientes y personajes tradicionales; sin embargo, estos primeros títulos apenas merecieron consideración por parte de la crítica.
Sólo con la publicación de La señora Dolloway y Alfaro comenzaron a elogiar los críticos su originalidad literaria. En estas obras llaman ya la atención la maestría técnica y el afán experimental de la autora, quien introducía además en la prosa novelística un estilo y unas imágenes hasta entonces más propios de la poesía. Desaparecidas la acción y la intriga, sus narraciones se esfuerzan por captar la vida cambiante e inasible de la conciencia.
Influida por la filosofía de Henri Bergson, experimentó con especial interés con el tiempo narrativo, tanto en su aspecto individual, en el flujo de variaciones en la conciencia del personaje, como en su relación con el tiempo histórico y colectivo. Así, Orlando constituye una fantasía libre, basada en algunos pasajes de la vida de Vita Sackville-West, amiga y también escritora, en que la protagonista vive cinco siglos de la historia inglesa. En Las olas presenta el «flujo de conciencia» de seis personajes distintos, es decir, la corriente preconsciente de ideas tal como aparece en la mente, a diferencia del lógico y bien trabado monólogo tradicional.
Escribió también una serie de ensayos que giraban en torno de la condición de la mujer, en los que destacó la construcción social de la identidad femenina y reivindicó el papel de la mujer escritora, como en Una habitación propia. Destacó a su vez como crítica literaria, y fue autora de dos biografías: una divertida recreación de la vida de los Browning a través de los ojos de su perro (Flush) y otra sobre el crítico Robert Fry (Fry). En uno de los accesos de una enfermedad mental que había obligado a ingresarla en varias ocasiones a lo largo de su vida, el 28 de marzo de 1941 desapareció de su casa de campo, hasta que días después su cuerpo fue hallado en el río Ouse
(Londres, 1880 - 1960) Arqueólogo británico. Entre 1922 y 1934 dirigió las excavaciones en la antigua ciudad sumeria de Ur (actual Iraq); los hallazgos constituyen uno de los hitos más relevantes de la arqueología moderna
Entre 1907 y 1911 participó en la expedición arqueológica británica en el yacimiento egipcio de Wadi Halfa, en el actual Sudán. En 1912 dirigió junto a T.E. Lawrence (conocido como Lawrence de Arabia) las excavaciones de la ciudad hitita de Karkemish, en la Siria septentrional. Allí permaneció Woolley dos años, publicando entre 1921 y 1953 los hallazgos de los trabajos en ese emplazamiento. Posteriormente pasó a Egipto para dirigir la excavación de Tel el-Amarna, la ciudad sagrada del faraón Akhenatón
En 1922 inició los trabajos en el enclave de Ur, cuna de la civilización mesopotámica, patrocinados por el Museo Británico y la Universidad de Pennsylvania. Su descubrimiento del cementerio real, datado hacia el 2700 a.C., se considera una de las principales revelaciones arqueológicas del siglo XX. La minuciosidad con que se llevó a cabo el alumbramiento de los restos y su posterior estudio permitió a los historiadores reconstruir la sociedad cortesana sumeria desde sus inicios protohistóricos en el IV milenio a.C. hasta su época final de habitación, en el siglo IV a.C
El riquísimo ajuar funerario encontrado en los enterramientos reales, entre cuyas piezas destaca el estandarte real de Ur, reveló la existencia de un arte suntuario de gran exquisitez y elaboración técnica, así como la práctica del enterramiento sacrificial del rey con su cohorte de servidores. El descubrimiento de la evidencia geológica de una gran inundación que habría arrasado la cuenca mesopotámica en época protohistórica revolucionó las interpretaciones sobre el mito del diluvio de las tradiciones literarias sumeria y semita.
La labor de Woolley como director técnico de la excavación le valió un gran prestigio en el mundo científico, avalado por sus novedosas interpretaciones de los datos materiales obtenidos, que, por ejemplo, establecieron la secuencia cronológica de la civilización sumeria y las correlaciones e influencias entre ésta y las culturas griega y egea. En 1927 comenzó a publicar, junto a sus muchos colaboradores, los diez volúmenes de los informes científicos sobre las excavaciones de Ur. Estos informes constituyen todavía hoy un material seminal para el estudio de la antigua Mesopotamia
Entre 1937 y 1949 realizó excavaciones en Tel Atchana, antigua Alalakh (sureste de Turquía) y en Antioquía (Siria), donde sacó a la luz los restos de un pequeño reino de población hurrita cuya fundación situó en el IV milenio a.C. Publicó estos descubrimientos en sus obras Alalakh, informe de las excavaciones en Tel Atchana en el Hatay, 1937-1949 (1955) y El reino olvidado (1953).
Woolley escribió asimismo libros de divulgación, como Los sumerios (1928), Ur de los caldeos (1929) y Desenterrando el pasado (1930), que obtuvieron un inmediato éxito y contribuyeron decisivamente a extender el gusto por la arqueología entre el público no especializado. En 1935 le fue concedido el tratamiento de sir