Químico estadounidense, célebre por sus trabajos en el campo de la química orgánica, en especial, por la síntesis de la compuestos orgánicos complejos. En 1965 le fue concedido el premio Nobel de Química por sus trabajos en síntesis de química orgánica
Desde muy joven Woodward demostró un gran interés por la química. Con tan sólo 16 años ingresó en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, del cual fue expulsado por su falta de atención ante los estudios formales. No obstante, en 1936 obtuvo el título de licenciado y un año más tarde el de doctorado, tras el cual se trasladó a la Universidad de Harvard, donde impartió clases de química desde 1941 hasta 1963.
Está considerado como el padre de la síntesis orgánica moderna. Realizó investigaciones punteras en numerosas ramas de la química orgánica, entre las cuales destacan las relacionadas con la síntesis de compuestos orgánicos complejos, como la quinina (1944), el colesterol y la cortisona (1951), el ácido lisérgico y la estricnina (1954), la reserpina (1954), la clorofila (1960), los antibióticos de la tetraciclina (1962) y la cianocobalanina o vitamina B12 (1971), esta última en colaboración con un equipo de investigadores suizos
Durante la Segunda Guerra Mundial sus investigaciones se centraron en el descubrimiento de la estructura de la penicilina, la cual consiguió esclarecer en 1945 mediante el empleo de técnicas espectroscópicas. Los logros conseguidos por Woodward en la determinación de las estructuas por medio de técnicas espectroscópicas, impulsaron enormemente el desarrollo de esta disciplina; entre las estructuras moleculares deducidas por Woodward destacan la penicilina, la oxitetraciclina y la estricnina.
Las investigaciones de Woodward destacaron por el ingenio demostrado al acometer los diversos pasos necesarios en la síntesis orgánica de compuestos complejos a partir de materias primas sencillas. Con la síntesis de la quinina demostró que la comprensión de los mecanismos desarrollados en las reacciones químicas permitía realizar una secuencia de reacciones capaz de proporcionar compuestos de elevada complejidad en laboratorio.
Debido a la brillantez de su carrera, fue subvencionado por una compañía farmacéutica en 1963 para fundar el Instituto Woodward de Investigación en Basilea (Suiza), donde dirigió numerosos trabajos de investigación paralelamente a los trabajos desarrollados en Harvard. Sus métodos de trabajo permitieron el desarrollo de nuevos métodos de síntesis general. En 1965 confeccionó un conjunto de reglas, conocidas con elnombre de reglas de Woodward Horrmann
(Adeline Virginia Stephen; Londres, Reino Unido, 1882-Lewes, id., 1941) Escritora británica. Hija de sir Leslie Stephen, distinguido crítico e historiador, creció en un ambiente frecuentado por literatos, artistas e intelectuales. Tras el fallecimiento de su padre, en 1905, se estableció con su hermana Vanessa –pintora que se casaría con el crítico Clive Bell– y sus dos hermanos en el barrio londinense de Bloomsbury, que se convirtió en centro de reunión de antiguos compañeros universitarios de su hermano mayor, entre los que figuraban intelectuales de la talla del escritor E. M. Forster, el economista J. M. Keynes y los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, y que sería conocido como el grupo de Bloomsbury.
Virginia Woolf
En 1912, cuando contaba treinta años, casó con Leonard Woolf, economista y miembro también del grupo, con quien fundó en 1917 la célebre editorial Hogarth Press, que editó la obra de la propia Virginia y la de otros relevantes escritores, como Katherine Mansfield, T. S. Eliot o S. Freud. Sus primeras novelas, Viaje de ida y Noche y día, ponen ya de manifiesto la intención de la escritora de romper los moldes narrativos heredados de la novelística inglesa anterior, en especial la subordinación de personajes y acciones al argumento general de la novela, así como las descripciones de ambientes y personajes tradicionales; sin embargo, estos primeros títulos apenas merecieron consideración por parte de la crítica.
Sólo con la publicación de La señora Dolloway y Alfaro comenzaron a elogiar los críticos su originalidad literaria. En estas obras llaman ya la atención la maestría técnica y el afán experimental de la autora, quien introducía además en la prosa novelística un estilo y unas imágenes hasta entonces más propios de la poesía. Desaparecidas la acción y la intriga, sus narraciones se esfuerzan por captar la vida cambiante e inasible de la conciencia.
Influida por la filosofía de Henri Bergson, experimentó con especial interés con el tiempo narrativo, tanto en su aspecto individual, en el flujo de variaciones en la conciencia del personaje, como en su relación con el tiempo histórico y colectivo. Así, Orlando constituye una fantasía libre, basada en algunos pasajes de la vida de Vita Sackville-West, amiga y también escritora, en que la protagonista vive cinco siglos de la historia inglesa. En Las olas presenta el «flujo de conciencia» de seis personajes distintos, es decir, la corriente preconsciente de ideas tal como aparece en la mente, a diferencia del lógico y bien trabado monólogo tradicional.
Escribió también una serie de ensayos que giraban en torno de la condición de la mujer, en los que destacó la construcción social de la identidad femenina y reivindicó el papel de la mujer escritora, como en Una habitación propia. Destacó a su vez como crítica literaria, y fue autora de dos biografías: una divertida recreación de la vida de los Browning a través de los ojos de su perro (Flush) y otra sobre el crítico Robert Fry (Fry). En uno de los accesos de una enfermedad mental que había obligado a ingresarla en varias ocasiones a lo largo de su vida, el 28 de marzo de 1941 desapareció de su casa de campo, hasta que días después su cuerpo fue hallado en el río Ouse