Historiador, político y abogado venezolano de origen cubano. Vivió desde muy joven en Caracas, donde estudió Derecho Civil, y desde 1810 se convirtió en un activo revolucionario. Al año siguiente fue elegido diputado del Congreso Constituyente, institución que llegaría a presidir. En 1819 fue nombrado miembro de la Suprema Corte de Justicia. Junto con Cristóbal Mendoza publicó la monumental obra histórica Colección de documentos de Simón Bolívar (1826-1833). Escribió también un Manual político del venezolano (1839), un Compendio de la historia de Venezuela (1840) y la Historia de Margarita
Narradora, poetisa y periodista ecuatoriana, nacida en Quito en 1929. Autora de una considerable producción narrativa protagonizada por personajes femeninos cuya fortaleza les permite afrontar con audacia y decisión la búsqueda de su propia identidad y el enfrentamiento con las convenciones sociales, religiosas y morales de la sociedad en la que viven, está considerada como una de las voces más destacadas de la literatura ecuatoriana contemporánea escrita por mujeres
Nacida en el seno de una familia numerosa, tuvo acceso desde niña a una esmerada educación en un colegio de monjas, donde estuvo a pique de caer en el fracaso escolar debido a su manifiesta incapacidad para la aritmética. Ya en su juventud, contrajo nupcias con un ciudadano cubano y residió por espacio de cinco años en el país de su esposo, donde continuó escribiendo y reflejó en sus textos una buena parte del proceso revolucionario cubano.
Madre de cinco hijos, se consagró a la educación y crianza de su prole, al cuidado de su hogar y a la atención de su esposo, sin disponer apenas de tiempo para escribir. Para colmo de males, las dificultades económicas derivadas de la manutención de su familia la obligaron a ejercer el magisterio a tiempo completo, actividad por la que no sentía ningún aprecio
Sin embargo, siguió redactando en la sombra sus cuentos y novelas hasta que, a comienzos de los años setenta, cuando ya estaba próxima a cumplir los cuarenta y cinco años de edad, envió el manuscrito de su narración extensa Bruna, soroche y los tíos al Premio Nacional de Novela convocado por el rotativo El Universo de Guayaquil. El jurado decidió otorgar el primer premio a esta obra -presentada bajo un pseudónimo masculino-, y a partir de entonces Alicia Yánez pudo consagrarse profesionalmente al cultivo de la creación literaria. Su obra posterior fue distinguida con numerosos premios y distinciones que la han convertido en una de las escritoras más representativa de la narrativa hispanoamericana contemporánea
La producción literaria impresa de Alicia Yánez Cossío consta de tres volúmenes de versos, un libro de relatos futuristas, varios cuentos infantiles y siete narraciones extensas. La publicación de la novela Bruna, soroche y los tíos (1973) puso de manifiesto la impetuosa irrupción de una autora caracterizada por sus preocupaciones acerca de la deshumanización de la sociedad contemporánea. La protagonista de esta obra es una mujer que, ubicada en un entorno social y familiar dominado por el inmovilismo y los valores morales anclados en la tradición, lucha denodadamente por zafarse de los múltiples prejuicios que amenazan con destruirla.
El éxito alcanzado por Bruna, soroche y los tíos propició la edición inmediata de un volumen recopilatorio de la poesía escrita por Alicia Yánez Cossío. Al año siguiente publicó El beso y otras fricciones (1975), brillante recopilación de los relatos futuristas. A pesar de la ambientación de estos relatos en un tiempo imaginario que aún está por llegar, las inquietudes de sus personajes femeninos se mueven en la misma dirección explorada por la protagonista de la novela anteriormente comentada, y acaban descubriendo que la anulación total es el único fin al que está destinada la mujer que no deja aflorar sus necesidades ni insiste en cultivarlas libremente. En este sentido, resulta especialmente afortunado el relato titulado Hansel y Gretel, protagonizado por una mujer abnegada y conformista que acaba siendo anulada por su única y constante dedicación a la satisfacción de los gustos y caprichos de su esposo
A finales de la década de los setenta vio la luz Yo vendo unos ojos negros (1979), novela en la que Alicia Yánez dejó más patente que nunca su llamada a la rebelión femenina. María, el personaje central de esta narración, es una mujer que, tras haberse separado de su marido, tiene que afrontar por vez primera en su vida la imperiosa necesidad de valerse por sí misma, en medio de un ambiente hostil que contribuye a la aparición constante de sus dudas, temores e inseguridades. Por medio de la introspección psicológica -magníficamente reflejada por la autora quiteña-, María consigue analizar su compleja situación, reflexionar acerca de su vida anterior, analizar sus actuales necesidades y convertirse, en fin, en un sujeto pensante capaz de afrontar el solitario su recorrido vital, en el que la resistencia y la rebelión contra la caduca sociedad machista cobran un papel relevante
Por medio de la ironía, el humor y el empleo de un lenguaje claro y directo heredero de la mejor tradición oral ecuatoriana, Alicia Yánez Cossío consigue desenmascarar en sus restantes novelas esos valores caducos y anacrónicos que, sostenidos por tabúes centenarios, fueron consolidando una sociedad anacrónica e injusta, dominada exclusivamente por el hombre. Por este cauce argumental transitan otras novelas suyas dignas de mención, como las tituladas Más allá de las islas (1980), La cofradía del mullo del vestido de la Virgen Pipona (1985) y La casa del sano placer (1989)