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Biografía de Yahya al-Mutasim

Yahya ibn al-Nasir al-Mutasim; ?, hacia 1210 - Garb, Marruecos, 1236

Califa almohade de Marruecos y Al-Andalus. Su corto califato estuvo siempre amenazado por las tentativas del señor de Al-Andalus de proclamarse califa en Marruecos; después de ser destituido, fue repuesto en el trono durante unos meses en los que su poder fue nulo

Hijo de al-Nasir, Yahya fue propuesto para suceder al califa almohade Abdallah al-Adil, siendo aún un adolescente en octubre de 1227. Aunque en un principio los jeques de Marruecos se habían reunido para proclamar a Abú-l-Ula Idris, señor de Al-Andalus y hermano del fallecido califa, prevaleció la opinión de los valedores de Yahya, los jeques de Hintata y Tinmallal

Desde el comienzo de su reinado, en el que tomó el título de al-Mutasim, fue perdiendo apoyos en beneficio de al-Mamoun, que no paró de intrigar para que Yahya fuese depuesto y aclamado él en su lugar. Las tropas califales fueron diezmadas por las de los cada vez más numerosos rebeldes y Yahya se vio obligado a huir de la capital, Marruecos, a las montañas del Atlas y acogerse a la protección del jeque de Hintata.

Las tropas leales marcharon a la capital y lograron expulsar de ella a los autores del complot, cuyo cabecilla era Ibn Yuyyan, restaurando a Yahya en mayo de 1228. Pero durante los meses siguientes Yahya conoció la defección de los gobernadores de Fez, Tremecén, Ceuta y Bugía, lo que animó a al-Mamoun a cruzar el Estrecho para hacerse proclamar califa en Marruecos. Las escasas fuerzas leales al califa fueron aniquiladas en la batalla de Iyilliz (principios de 1229) y Yahya fue trasladado por sus consejeros a las montañas de Hintata, en el Atlas, donde permaneció inactivo durante más de un año

En febrero de 1230 Yahya hizo un intento de tomar la capital y derrocar a al-Mamoun, pero fue duramente derrotado y obligado de nuevo a esconderse en las montañas. En verano de aquel año al-Mamoun llevó su ejército hasta el Atlas y venció una vez más a los partidarios de Yahya, causando una gran carnicería y haciendo huir a Yahya a Siyilmassa.

Dos años después, mientras al-Mamoun había marchado a reducir a su hermano, Abú Musa, que se había declarado independiente en Ceuta, Yahya se apoderó de la capital marroquí; al conocer la noticia al-Mamoun tomó el camino de Marruecos, pero murió repentinamente; no obstante su ejército, compuesto en gran parte por tropas cristianas, continuó su avance hacia Marruecos, después de haber proclamado en secreto califa a Abd al-Wahid II al-Rasid, hijo del difunto al-Mamoun. Yahya salió al encuentro del ejército enemigo y fue derrotado a finales de octubre y de nuevo huyó de Marruecos antes de la proclamación de al-Rasid (1 de noviembre de 1232)

El año siguiente Yahya recibió la adhesión de Ibn Waqarit, jeque de los Haskura, que se había declarado en rebeldía contra al-Rasid y que se reunió con Yahya en la región de Mazala. La rebeldía de Ibn Waqatir provocó una expedición de castigo en las tierras de los Haskura, al norte del Atlas, pero mientras esta se desarrollaba, Yahya e Ibn Waqatir reunieron un ejército compuesto por gentes de los Haskura del sur del Atlas, los Yalawa y los Mazala, con el que marcharon hacia Marruecos para tomar la capital por sorpresa. En cuanto la noticia se conoció en Marruecos, el ejército califal dio media vuelta e interceptó a las tropas rebeldes, derrotándolas. Una vez más Yahya buscó refugio en Siyilmassa

En la primavera de 1235, en medio del caos político causado por la cruenta guerra civil que asoló Marruecos, Yahya, aprovechando un momento de vacío de poder, fue trasladado a la capital por su valedor Ibn Abí Hafs (que le había protegido en las montañas), que consiguió un tenue reconocimiento por parte de la población, que esperaba que la proclamación de Yahya evitase un inminente saqueo de Marruecos por parte de los Jult.

Durante este segundo reinado Yahya fue una marioneta en manos de los señores árabes, que le obligaron a nombrar visir a Ibn Abí Hafs y, tras su muerte por enfermedad, a su hermano Abú Ibrahim, que fue asesinado. Yahya entregó la administración de sus negocios a un paje, Abú Hamama Bilal, que incluso llegó a suplantar la firma del califa y a ordenar la muerte por traición de un hermano de Yahya, Alí ibn al-Nasir

Mientras, al-Rasid, hijo de al-Mamoun que le sucedió a su muerte en 1232 y que había huido de la capital ante los ataque de los árabes en primavera de 1235, preparaba desde Siyilmassa su entrada en Marruecos y había conseguido el apoyo de los árabes Sufyan y de algunas ciudades como Fez. A finales de 1235 Yahya y sus leales fueron derrotados por las tropas de al-Rasid en la batalla de Awiyidán. Yahya fue abandonado por sus partidarios y se refugió solo en el Garb, donde consiguió la promesa de los árabes Ma´quil de que le ayudarían a recuperar el trono, pero uno de ellos, quizás para congraciarse con al-Rasid lo asesinó y envió su cabeza a Marruecos metida en un tarro de miel; su cuerpo fue enterrado en el camino de Fez a Taza

Según las crónicas Yahya fue un hombre indolente y apático, que delegó sus atribuciones en consejeros y visires y con una enorme prodigalidad en prometer a los demás lo que él mismo no poseía. Tuvo una parálisis en la mano derecha que le impedía sostener el cetro califal y su autoridad fue muy poco respetada, llegándose al punto de que sus más bajos soldados se sentaban a su lado, ignorando las más básicas reglas de la etiqueta

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(Hacia 1000 - 1036) Rey de la taifa de Zaragoza. Hijo de Mundir I, Yahya fue el segundo soberano de la dinastía tuyibí que había establecido su padre en la Marca Superior de Al-Andalus en el año 1018 y le sucedió a su muerte hacia 1023, con el título honorífico de al-Muzaffar. Casó con una hermana del régulo de Toledo Abu Muhammad Ismail, de quien nacieron Mundir II, que le sucedió, Abdallah y Ahmed

Poco se conoce sobre el corto reinado de Yahaya. Por las monedas de su época se sabe que tomó el título de hayib y reconoció la soberanía del califa al-Qasim Ibn Hammud (1025), que se encontraba prisionero de su sobrino Yahya en Málaga; al año siguiente reconoció al genérico o califa de Bagdad, Abd Allah; gracias a las crónicas sabemos que también reconoció la soberanía del último califa de Córdoba, Hisham III. Las emisiones monetarias de la época de Yahya finalizan en el año 417 de la Hégira (entre 1026 y 1027) y las de sus sucesor, Mundir II no comienzan hasta 420/1029, probablemente el año en que fue designado heredero

Gracias a su matrimonio tuvo buenas relaciones con la taifa toledana; también supo mantener la amistad con Sulayman ibn Hud, que había sido comandante del ejército de Mundir y ejercía la gobernación de Tudela y Lleida y que tras la muerte de Mundir II se hizo con el poder en Zaragoza.

Por la crónica de Ibn Jaldun se conoce la noticia de que Yahya atacó las tierras de Sancho de Navarra para obtener botín y después se enfrentó con sus sucesores García de Pamplona y Ramiro de Aragón, que rechazaron sus ataques. Según el historiador Dozy, Yahya también sostuvo una guerra contra Ermesinda, viuda de Ramón Borrell III

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