Emperador de China (1403 - 1424), de la Dinastía Ming. Ascendió al trono en 1403 como hijo del emperador Hongwu (1368-1398), tras suceder a Jianwen, nieto de este último y sobrino del propio Yongle. Considerado uno de los más capaces emperadores de la historia china, su reinado se caracterizó por la expansión exterior y la construcción de importantes monumentos y palacios, entre ellos la célebre Ciudad Prohibida, en Pekín, ciudad que convirtió en capital del Imperio
El emperador Yongle
Cuarto hijo del emperador Hongwu, Yongle ostentaba el título de príncipe de Yan y desempeñaba el cargo de gobernador militar de la provincia norteña de Pekín cuando la repentina desaparición de Jianwen, en 1402, abrió sus opciones para ocupar el trono. Al mando de un ejército no muy numeroso, capturó Nanjing, por entonces la capital del Imperio Ming, y derrotó a sus oponentes demostrando tanta capacidad militar como crueldad, ya que ordenó asesinar a todos los sospechosos de ser partidarios del anterior gobernante, incluidas familias, amigos, siervos y mentores.
Autoproclamado emperador, adoptó el nombre de Yongle (´Felicidad Perpetua´), continuó la política de consolidación de la dinastía emprendidas por su fundador, Hongwu, y una vez aseguradas las bases del poder interno, inició una expansión exterior sin precedentes en la historia de China, hecho que seguramente constituye la nota más sobresaliente de su imperio y que le ha valido el sobrenombre de "Pedro el Grande chino".
Yongle supo aprovechar el vacío de poder creado por el desmoronamiento de la dominación mongola, para organizar una expedición militar a Indochina, tras la cual logró dominar la región (1406) y someterla a tributación. Un año antes (1405) una gran flota naval al mando de Zheng He (Cheng Ho), un eunuco musulmán, había emprendido el primero de una serie de viajes que le llevaron hasta las principales islas indonesias (Java y Sumatra), las actuales costas de Vietnam y Tailandia (1408) y Ceilán (1411). A partir de 1412 Zheng inició una segunda serie de expediciones que alcanzaron tierras aún más lejanas: India, Persia, la península Arábiga, las costas de África Oriental e incluso se adentraron en el Mar Rojo, hasta llegar a la ciudad de Jidda.
Sin embargo, el resultado práctico de estas largas expediciones fue escaso, dada la falta de unos claros objetivos estratégicos; no había en ellas afán comercial o militar que animase a los gobernantes posteriores a continuar la empresa. Por otra parte, el emperador tuvo pronto que concentrar su atención en la frontera terrestre del Imperio ante una nueva amenaza de invasión mongola. Como medida preventiva, en 1410 un ejército imperial invadió Mongolia y logró una importante, aunque no decisiva victoria; a comienzos de la década de 1420 el propio emperador se puso al frente de una segunda campaña, muriendo en el transcurso de ella.
En política interior, Yongle favoreció el desarrollo de las artes y la literatura. Durante su mandato se completó el Tripitaka budista, magna obra que constaba de 6.771 secciones, además de favorecer la promoción social de los intelectuales confucianos y fortalecer el sistema de exámenes para acceder a la administración civil (kuo-tzu-chien), abriendo una segunda sede en Pekín. En cambio, varió la política de su padre respecto a los eunucos; éstos, relegados durante largo tiempo, recuperaron su posición de privilegio en la administración de las provincias en una hábil maniobra del emperador para compensar el creciente poder adquirido por los funcionarios de la Corte imperial.
Con este mismo objetivo, afianzar su poder frente a la Corte, trasladó la capital del Imperio desde Nankín a Pekín (1421), antiguo feudo en su época de gobernador provincial, e hizo de los fastuosos palacios de la Ciudad Prohibida su residencia oficial. La construcción de este espectacular recinto arquitectónico, iniciada en los comienzos de su gobierno (1406), empleó a más de un millón de trabajadores durante quince años y necesitó de la fabricación de tres billones de ladrillos.
Se puede decir que todo lo que rodeaba al emperador era de proporciones gigantescas: sólo su séquito habitual de viaje estaba formado por un ejército de cincuenta mil hombres, diez mil de ellos a caballo. También durante su mandato se construyó el Templo del Cielo y se emprendieron obras para terminar el Gran Canal de Yuan. A su muerte Yongle fue enterrado junto a su esposa, la emperatriz Xu, y dieciséis de sus concubinas en el monumental cementerio de Shisanling, mandado construir por él. Fue sucedido por su hijo Hongxi
(1678 - 1735) Emperador chino, tercero de la dinastía Qing, nacido con el nombre de Yinchen. Ascendió al trono en 1723, sucediendo en el mismo a su padre, el emperador Kangxi. El reinado de Yongzheng se caracterizó por el continuismo respecto a la política de su padre, mejorando la administración del Imperio mediante el estricto control de la corrupción y una reforma fiscal, así como por el afianzamiento del poder absoluto del soberano que consolidó las bases de la dinastía manchú
El emperador Yongzheng
Hijo de una de las sirvientes de la corte de Kangxi, Yinchen no estaba destinado en un principio a heredar el trono chino, papel que recaía en Yinreng (1688-1755) o alguno de sus hermanos (al menos quince de ellos aspiraban a la sucesión). Sin embargo, Yinchen, personaje tan astuto como ambicioso, aprovechó la ineptitud del heredero oficial para intrigar contra él y conseguir que fuera apartado y encarcelado, acusado de conspiración; también se deshizo del resto de sus hermanos que podían arrebatarle el trono, y al parecer pudo asesinar a Kangxi una vez eliminados el resto de pretendientes, anunciando a la corte que el emperador le había nombrado su sucesor en el lecho de muerte.
Durante su reinado, este despiadado emperador siguió persiguiendo sin descanso a todo aquel que estuviera en condiciones de cuestionar su legitimidad, para lo cual contaba con una extensa red de espías y sicarios; además, censuró toda información contraria a su persona y tampoco vaciló en mandar ejecutar a antiguos partidarios cuando los consideró una amenaza, como fue el caso del comandante de la guarnición de Pekín, Lungkodo.
Pese al juicio negativo sobre su cruel personalidad y de cómo accedió al poder, cabe señalar que Yongzheng fue un gobernante enérgico, competente, muy consciente de las más urgentes necesidades del Imperio. Como primera medida, consolidó el poder personal del emperador al arrebatar el mando de las "banderas", las tropas de élite manchúes, a los miembros de la familia imperial, y reteniendo a éstos en la corte para tenerlos así estrechamente vigilados.
En 1729 creó el Consejo de Estado (chun-chi chu), institución formada por unos pocos funcionarios de probada competencia y lealtad que vino a asumir las funciones antes ejercidas por el nei-ko o gabinete de ministros; dicho Consejo respondía a una clara intención por parte del soberano: mantener bajo su directa supervisión los principales asuntos de Gobierno. Acérrimo enemigo de la corrupción, Yongzheng articuló además mecanismos para mantener un férreo control sobre la conducta de los funcionarios, y concedió recompensas a quienes destacaban por su honestidad.
Más decisiva aún fue sin embargo la reforma del sistema fiscal (1727), la más importante de la era Qing: a imitación de los Ming, se unificaron los impuestos personal (ting-fu) y territorial (ti-fu) en uno nuevo, el ti-ting, recaudado exclusivamente en metálico. Al aliviar la carga impositiva, esta medida contribuyó de forma notable al florecimiento de la economía china durante el siglo XVIII, al mismo tiempo que una mayor eficacia en la recaudación hizo aumentar los ingresos de las arcas del Estado
En el terreno cultural, Yongzheng impulsó el desarrollo de las diversas artes y ciencias, y al igual que sus predecesores, mantuvo una actitud tolerante respecto a las tradiciones culturales chinas; él mismo fue en su juventud un entusiasta lector de los poetas clásicos del periodo Tang. Posteriormente se convirtió en un fiel devoto del culto budista, así como del lamaísmo, transformando el palacio de Yongue Gong en un templo lama (1732), pero en cambio no fue tan receptivo respecto al cristianismo, hasta el punto de mandar expulsar a varios misioneros y destruir algunas iglesias.
En cuanto a la política exterior, el hecho más destacado del reinado de Yongzheng fue la firma del Tratado de Kiachta (1727) con Rusia, que fijó las fronteras entre ambos imperios a lo largo de los ríos Amur y Argun, así como el envío de embajadores a la corte moscovita (1731) para negociar la neutralidad del zar de cara a una campaña militar china en Asia Central.
Temeroso de las luchas por el trono, este emperador guardó en el más absoluto secreto el nombre de su sucesor, disponiendo que sólo fuera revelado tras su fallecimiento; el elegido fue su cuarto hijo, Qianlong (Chien-lung). Según la leyenda, Yongzheng fue asesinado por la hija de uno de sus muchos enemigos, aunque las crónicas oficiales de la época lo negaron