Político y destacado médico salvadoreño, presidente de la República en varias ocasiones. Realizó estudios de Medicina y llegó a ser profesor de fisiología e higiene en la Universidad de Guatemala. Elegido diputado en el año 1860, ese fue el año de inicio de una gran carrera política. Ocupó diversos cargos diplomáticos y la cartera del Ministerio de Guerra.
Fue elegido presidente de El Salvador con apoyo del guatemalteco Justo R. Barrios en el año 1876, tras el derrocamiento de Andrés Valle. Reelegido para la presidencia en 1880 y 1884, llevó a cabo una política de tipo anticlerical, unionista y conservadora. Efectuó también importantes obras públicas en todo el país. Además, fomentó la educación pública y la industria. Logró, por otra parte, amortizar la deuda pública nacional. Fue un opositor a la idea de la reunificación centroamericana que pretendía el presidente guatemalteco Justo Rufino Barrios.
En el año 1885 el general Menéndez lo derrocó del poder. Aprovechó para realizar un viaje a Europa, pasando por Madrid, donde fue recibido por el rey Alfonso XII, que le ofreció una cena en palacio. Fue elegido académico de la Lengua y de Medicina, y se le hizo socio del Ateneo y de la Asociación Económica de Amigos del País de Madrid. A su vuelta a El Salvador, fue uno de los fundadores de la Academia salvadoreña, correspondiente de la española
(Quito, 1884 - 1965) Ensayista y diplomático ecuatoriano. A los cinco años perdió a su padre. Su familia se trasladó entonces a la hacienda "Pimán" en las cercanías de Ibarra. En esta ciudad hizo sus primeros estudios, pasando luego al colegio San Gabriel de Quito, donde se graduó de Bachiller.
Comenzó la carrera de Derecho en la Universidad Central, estudios que terminó en París en 1904, gracias a una beca que le concedió el presidente Leónidas Plaza. En tal oportunidad aprovechó para conocer Europa y empaparse de su cultura. Ya desde entonces comenzó a destacar como agudo crítico literario.
Regresó a Ecuador en 1909 y se recluyó en la hacienda "Pimán" donde se dedicó a escribir Égloga trágica, novela muy discutida, con exquisito estilo cuasi modernista, dentro de un ambiente romántico muy del siglo XIX, cuyos personajes se mueven impulsados por un fatalismo trágico (por sugerencia de algunos amigos, el propio Zaldumbide suprimió algunos capítulos y así apareció en forma definitiva editada en México en 1968).
Su bucólico retiro le duró muy poco, pues en 1911 inició su larga carrera diplomática al ser nombrado secretario de la Misión ecuatoriana en Lima, desde donde viajó a Francia como primer secretario (1913). Su vida se desenvolvió en adelante, entre la diplomacia y las letras, pues nunca dejó de escribir, aunque no se considerara a sí mismo un escritor profesional. Ocupó diversos cargos administrativos: diplomático en Roma (1922), Francia (1923-27), Washington (1927); fue delegado permanente del Ecuador ante la Sociedad de Naciones en Ginebra, Ministro Plenipotenciario en el Perú (1937), Embajador en Colombia (1940), Brasil (1942), Londres (1950) y Chile (1951)
Miembro la Academia Ecuatoriana de la Lengua en 1921, de la cual también fue presidente, destacó sobre todo como crítico literario. En 1908 publicó En elogio de Henri Barbusse (a quien descubre, valora y da a conocer en el mundo de las letras hispanas), La evolución de Gabriel D´Annunzio y el cuento La parábola de la virgen loca y de la virgen prudente. Su obra más significativa en el campo de la crítica es el ensayo sobre el poeta Juan Bautista Aguirre, a quien restituyó a la gloria de las letras en 1942. Lo confirmaron como gran crítico sus estudios sobre José Enrique Rodó, Juan Montalvo y Gaspar de Villarroel. Estos estudios fueron reunidos y editados en Argentina en 1947 con el título Cuatro grandes clásicos americanos, y en España en 1951.
Otros ensayos y discursos aparecieron publicados por Humberto Toscano en 1960 con el título Páginas de Gonzalo Zaldumbide. Fue un hombre serio, elegante, poco apegado a las cosas y atormentado en sus últimos años por una profunda nostalgia de Dios, que desembocaría en su conversión a la fe católica llevado de la mano de su amigo el Padre Sánchez Astudillo. Era un ecuatoriano de fuera, extraño en su propia casa, tan arraigado en la cultura europea, que consideraba América como una continuación de aquel continente