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Biografía de Zawi ibn Ziri

Siglos X-XI

Primer rey de la taifa de Granada, nacido en el último cuarto del siglo X y fallecido en el siglo XI. En 1008, después de haberse querellado contra su sobrino Badis, soberano de Ifriqiya, Zawi, capitaneando la tribu beréber de los Banu Ziri ibn Manad, llegó a la península Ibérica para formar parte de las tropas de al-Muzaffar, hijo y sucesor de Almanzor.

A comienzos de la guerra civil (fitna) que dio lugar a la descomposición del califato de Córdoba (1009) los Ziríes fueron presionados por los cordobeses en los intermitentes reinados del califa Muhammad II al-Mahdí. Los beréberes, con Zawi ibn Ziri a la cabeza, se pusieron de parte del califa Sulaymán al-Musta´in, lo que les permitió establecerse en distintas zonas del sur de al-Andalus.

Los Ziríes ocuparon Elvira-Granada, Jaén e Iznájar, trasladándose allí desde Córdoba en 1013 y siguieron participando en las luchas generales, apoyando cualquier alternativa que favoreciera a los beréberes. Zawi quedó al frente del territorio de Elvira, mientras que su sobrino Habbus ibn Maksan dominó el resto de los territorios Ziríes. Durante los años siguientes Zawi quiso evitar la hostilidad de los habitantes de Elvira y sus hombres fueron abandonando su territorio y comenzaron a edificar en Granada

En 1018 el reino Zirí fue atacado por las tropas coligadas de Jayran de Almería y Mundir ibn Yahya de Zaragoza. Estos reyezuelos trataron de restaurar un Marwani en el trono califal, en la persona de Abd al-Rahmán IV al-Murtadá, que había sido proclamado en Játiva en abril de 1018. Tras la muerte del califa Alí ibn Hammud (1018) los aliados trataron de someter Córdoba, pero antes quisieron terminar con sus aliados Ziríes de Granada. Sin embargo fueron derrotados por Zawi frente a las murallas de Granada y al-Murtadá fue asesinado durante la huida, dando al traste con los planes de restauración. En 1019 Zawi regresó a Ifriqiya y quedaron sus territorios bajo el mando de Habbus ibn Maksan

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(José Pascual de Zayas y Chacón; La Habana, 1772 - Chiclana, Cádiz, 1827) Militar español. Perteneciente a una distinguida y acomodada familia establecida en Cuba, fue enviado a España en 1789 y sentó plaza de cadete en el Regimiento de Infantería de Asturias. Tras servir en diversas guarniciones y recién salido de subteniente, le tocó vivir en Ceuta el terrible terremoto del 9 de octubre de 1790, del que sobrevivió milagrosamente (fue sacado de entre los escombros en los que pereció su coronel, con quien vivía).


José Pascual de Zayas

Participó en la guerra contra la República francesa (1793), en la que obtuvo el grado de teniente. Tras firmarse la paz, fue destinado con su compañía al cuidado de uno de los buques que traían caudales de Veracruz a Cádiz, y después de uno de esos viajes tomó parte activa en la batalla de la Coruña contra los ingleses, a las órdenes del general Conde del Donadío (26 de agosto de 1800), en la que resultó herido y fue ascendido a capitán

El teniente general Gonzalo O´Farrill le nombró su ayudante cuando, en 1805, fue con una división a establecer en Toscana al nuevo rey de Etruria; y tras dos años en Florencia, Zayas ascendió a sargento mayor. A finales de 1807 regresó a España y se incorporó como comandante en el Regimiento de la Princesa. En abril de 1808, la Junta Suprema de Madrid le comisionó secretamente para que pasara a Bayona, junto con Evaristo Pérez de Castro, a informar al rey del verdadero estado de las cosas, pero el viaje fue totalmente inútil. De vuelta a España, se dirigió a Valladolid para ponerse a las órdenes del teniente general Gregorio de la Cuesta, quien le ascendió a coronel de Infantería y le encargó la organización de uno de los regimientos que a la sazón se estaban improvisando.

Tras una serie de tropiezos, pasó con Cuesta a Extremadura, donde en enero de 1809 combatió al mando de una brigada de infantería, lo que le valió el ascenso a brigadier por la Junta Central, primero, y, tras la batalla de Albuera (16 de mayo de 1811), a mariscal de campo. Fue designado ayudante del gobernador de Sevilla, por decisión de la Junta interina, tras los disturbios del 24 de enero de 1810. Luego se situó con sus tropas en Cádiz y en Ronda y, a las órdenes de Blake en Murcia y Valencia, hasta conquistar Cuenca el 28 de noviembre de 1811. Acorralado por el ejército francés en Valencia, se vio obligado a capitular el 9 de enero de 1812, y fue luego conducido al castillo de Vincennes, cerca de París

Aunque se dice que se hizo masón en la logia de Montpellier o de Marsella, al ser liberado en 1814 marchó a Valençay, y acompañó a Fernando VII en su regreso a España; de hecho, fue el primer comisionado que el monarca despachó a manifestar su voluntad a las Cortes del Reino, reunidas ya en Madrid. Pronto ascendió a teniente general (1814), y recibió asimismo la gran cruz de San Fernando (1815), manteniéndose de cuartel en la capital

En 1815 rehusó el virreinato del Perú y fue nombrado segundo cabo de Castilla la Nueva (1817-1819). Al proclamarse de nuevo la Constitución en 1820, fue el primer general a quien el rey nombró su ayudante de campo. Fue diputado a Cortes por la Habana entre 1820 y 1822 y miembro de la Diputación permanente de las Cortes en 1821. El 7 de julio de 1822 se encargó de la defensa de palacio e impidió la comunicación de los rebeldes con el monarca. Capitán general de Madrid en marzo de 1823, se encargó de dispersar las fuerzas facciosas de Bessières. Hecha la entrega formal al Duque de Angulema, se dirigió con su columna hacia Andalucía y, después de la capitulación de Cádiz, pidió y obtuvo su cuartel para Chiclana.

Reinstaurado el absolutismo, la Junta Superior de Purificaciones le despojó de empleo, sueldo y condecoraciones, entre las que se contaban la banda de San Fernando, la de Carlos III y la Primera cruz laureada de San Fernando de 3ª clase. Pasó sus últimos días aquejado de gota, y a expensas de su hermana y de sus íntimos amigos Andrés Arango y el general José Mª Cadasal. Días antes de morir, pero sin llegar a tener noticia oficial de ello, le habían sido restituidos sus empleos y honores.

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