Ciclista holandesa. Después de conseguir cuatro medallas en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 se convirtió en la reina del ciclismo femenino mundial, aunque en su carrera deportiva ya atesoraba seis campeonatos del mundo (cuatro en ciclismo en ruta y dos en contrarreloj) y dos ediciones consecutivas del Tour de Francia (1992-1993)
Leontien Zijlaard
Más conocida en el circuito internacional por su apellido de soltera, Leontien Van Moorsel estuvo a punto de retirarse de la competición en 1994 cuando, por un exceso de celo profesional, comenzó a alimentarse de forma insuficiente y a incrementar sus horas de entrenamiento. La pérdida de peso derivó en un problema de anorexia y una disfunción psíquica que le obligó a abandonar la competición.
Con el apoyo de su marido, Michel Zijlaard, consiguió superar la enfermedad y regresar a la elite del ciclismo femenino en los mundiales de Valkenborg (1998), disputados en su país, donde consiguió subirse a lo más alto del podio en la contrarreloj. Al año siguiente revalidó su título de campeona mundial de la especialidad en Treviso (Italia)
Al finalizar el verano de 2000, la ciclista holandesa ocupaba la octava posición del ranking mundial de la Unión Ciclista Internacional (UCI), por detrás de figuras de la talla de la lituana Diana Ziliute, la austríaca Anna Wilson o la española Joane Somarriba. Pero sólo unos días después, tras la cita olímpica de Sydney, en el deporte de la bicicleta sólo se hablaba de una excéntrica mujer que competía con los labios pintados y la bandera holandesa dibujada en sus largas uñas: Leotien Zijlaard
El primer aviso de su éxito en la Olimpiada llegó en las semifinales de persecución individual donde batió el récord mundial de la modalidad con una marca de 3´ 30´´ 816´´´, desbancando la plusmarca que lograra en 1996 la francesa Marion Clignet en Manchester. En la final no tuvo rivales y se adjudicó su primer oro olímpico.
Aunque tras el triunfo declaró que la medalla satisfacía todas sus ilusiones, la ciclista holandesa alcanzó el podio tres veces más antes de abandonar Australia. Primero se colocó la medalla de plata en la prueba de puntuación, donde sólo la italiana Antonella Bellutti consiguió superarla, y después se proclamó campeona olímpica en fondo en carretera y contrarreloj. Con el apoyo de sus compatriotas en la final de fondo, evitó todas las escapadas de sus rivales y cubrió los 119,7 kilómetros de la carrera en un tiempo de 3h 6´ 31´. En la crono su autoridad fue aplastante y, con una velocidad media de 44,56 kilómetros por hora, completó el recorrido olímpico de 31,2 kilómetros en 42 minutos exactos. El 1 de octubre de 2003 batió en el velódromo de México el récord mundial de la hora, que poseía la francesa Jeannie Longo con 45,094 kilómetros, y estableció una nueva marca de 46,065 km.
(Nagy-Szalonta, 1891 - Sremska Kamenica, 1974) Narrador y dramaturgo húngaro. Dotado de una minuciosa capacidad de observación que dejó plasmada en casi todos sus escritos, destacó sobre todo por un puñado de novelas que, traducidas a muy diversos idiomas, se difundieron como auténticos best-sellers por todo el mundo durante la primera mitad del siglo XX
Sus primeras inquietudes literarias le llevaron a enfocar su reveladora lente novelesca sobre los problemas morales y las vicisitudes sociales que envolvían a las clases burguesas europeas del período de entreguerras, aunque posteriormente se fue decantando por el análisis de otros grandes grupos sociales de poder, como la aristocracia y las altas esferas financieras.
Finalmente, en una tercera etapa de su producción novelesca, coincidente con la fase de su vida que se desarrolló en los Estados Unidos de América (en donde fijó su residencia a partir de 1948), Lajos Zilahy cultivó una prosa bastante menos ácida en su sátira social, ahora suavizada por la evocación nostálgica de tierras lejanas y tiempos pasados
Entre las principales narraciones extensas del escritor húngaro figuran algunos títulos que, traducidos al castellano, hallaron un amplio eco entre la crítica y los lectores españoles. Así ocurrió con Primavera mortal (1922), Los dos prisioneros (1927), Algo flota sobre el agua (1928) y, muy especialmente, El desertor (1930), una interesante reconstrucción novelesca de las experiencias vividas por el propio autor durante su intervención en la I Guerra Mundial. Además de estas obras, Lajos Zilahy escribió otras novelas de gran interés, como las tituladas El alma se apaga (1932), El ángel enfurecido (1953) y El siglo feliz (1960)
Pero sus habilidades en el cultivo de la prosa de ficción no se limitaron a la redacción de narraciones extensas, ya que también cosechó grandes elogios con sus brillantes relatos breves. La mayor parte de los cuentos de Lajos Zilahy vieron la luz a través de varias recopilaciones, entre las que sobresalen las tituladas de Gran dilema, El velero blanco e Idilio de pescadores. Por último, en su faceta de dramaturgo, el escritor estrenó en su país varias piezas teatrales que también contribuyeron a acrecentar su prestigio literario; entre ellas, cabe recordar las tituladas Süt a nap (Luce el sol, 1924), A tábornok (El general, 1928) y Tüzmadár (El pájaro de fuego, 1932)